Insuficiente reivindicación a los eternos arqueros suplentes del fútbol colombiano

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La típica postal de los dos suplentes eternos / sin oportunidades custodiando al extranjero prestigioso y titular: Rubén Cuevas, Eduardo Esteban Basigalup y "La Gallina" Calle en el Millonarios 1986

¿Ser arquero es la profesión más ingrata del universo? Nones: el trabajo más ingrato y desagradecido es el de arquero suplente. Acá haremos una medio reivindicación / homenaje /algo a algunos arqueros suplentes o no-titulares del fútbol colombiano de los dos mil para atrás.

Analiza esto: si al día de hoy es una situación bastante de mierda la de ser arquero suplente forever, imagínate lo que era hace más de 20 o 30 años en Colombia. Estamos hablando de tipos que madrugaban todos los putos días a recoger la ropa de entrenamiento que se secaba detrás de la nevera y a buscar los guantes tirados encima del sillón de la sala, rumiando de impotencia por la poca esperanza de agarrar el puesto de titular el domingo. A salir al entrenamiento aún con la luz incompleta para llegar a matarse corriendo encima de llantas y conos, tirarse para un lado y para otro como un muñequito, mandarse voladas agarrado de una cinta elástica y ponerse en el arco a recibir unos puntazos los hps de los compañeros y tú con ganas de gritarles malparido para qué mandas esos riendazos si estamos entrenando, sapo, anormal hijueputa, pero nanay, a aguantar con cara de Póker y Cayetano, además de la tirria al ver que el titular hacía lo mismo que uno y no lo sacaban ni aunque estuviera muerto de tres días.

Tipos obligados a convivir y bien con los manes que le quitaban el puesto y la posible fama, a veces a sabiendas que eras mejor que ellos. Todos los días matándote como un burro, entrenado repentización, elasticidad, agilidad y fuerza hasta que no podías mover los brazos, salir del entrenamiento para llegar a la casa y responder al hola gordo cómo te fue con un bien mi amor de compromiso y ella algún día el técnico verá lo que haces y te colocará de titular y tú seguro que sí tengamos fe pero en el fondo tenías menos esperanza que Colombia, y para rematar tu hijo pequeño papi pero por qué nunca te veo jugando en la televisión y tú sonriendo forzadamente jejeje mijo es que somos muchos y todos tienen que jugar jejejejej y por dentro hijueputa vida.

Repetir la rutina todos los días para ver como el domingo colocaban de inicialista al arquero argentino o uruguayo que con solo no cagarla tenía fija la titular, sea porque había jugado en el Peñarol multicampeón o en Sportivo Las Vinchucas de Santiago del Despeñadero. Seguir así todo el puto año solo sazonado por los chispazos de adrenalina y emoción cuando se resentía el titular en medio de algún partido y el bajonazo cuando se levantaba y seguía jugando, la mal disimulada alegría cuando se lesionaba o suspendían al arquero titular y el técnico decía Martínez usted ataja el domingo. La euforia por las buenas actuaciones en esos partidos reemplazando al titular, la pujadera para que no se recupere pero al fin verlo recuperado y tú pensando no creo que el técnico me banquee ahora con este man sin ritmo y adivina qué: te banqueaban de una. Al final de año rogando porque cayera una crisis en el equipo que obligara a no comprar a casi nadie y a que viniera el consabido anuncio de «Vamos a confiar en nuestra cantera» que usualmente esconde unos chicharrones ni los hps que tiene el dueño del club, tú esperanzado en que el otro año ahí si te van a tener que poner de titular sí o sí, hasta que anuncian que vas en canje al Pereira o Bucaramanga para volver a repetir este ciclo de mierda en el que pasas toda tu puta vida sentado en un banco con la obligación de alegrarse por los goles de tu equipo y hasta por los penales atajados por el que te quita el puesto porque si no te mandan a la mierda por no ser parte del grupo y tú pensando mientras atienden al 8 de ellos en medio de un partido vida catrehijueputa hubiera seguido jugando de delantero en vez de ponerme al arco esa vez en el colegio…

Los arqueros de Bucaramanga de 1989: Sergio Picón (izq), José Fernando «Chepe» Castañeda (tercero) y Hoover Serna (cuarto) con el entrenador de arqueros, el ídem ochentoso , John Freddy Van Strahlen

Bueno, de estos esforzados tipos ha estado lleno el fútbol colombiano, aunque en los últimos años la falta de billete fácil de antaño + los buenos arqueros que ha parido este platanal infecto, lleva a que los clubes traigan menos gente de afuera, y por lo tanto sea menos común este fenómeno. O sea, un arquero que sea banca en TODOS los equipos a los que va incluso en un Tigres o Llaneros, debe ser o rendidor pero indisciplinado, o cagado, o simplemente un medio huevo con buen representante. Pero ejemplos de arqueros que se la pasaron el 95% de sus carreras calentando la banca en clubes colombianos hay un montón pre-2000, y aquí recordaremos a algunos, a modo de, no sé si homenaje, reivindicación, o ganas de hablar física torreja (un poquito de esto, un poquito de aquello). Ah, obvio que por espacio no vamos a hablar de TODOS, así que calmaos…

La vida del arquero / qué vida tan dura

Para los arqueros la vida es ingrata y malparida, como vimos, pero hay veces que alguno sabe aprovechar los pocos papayazos que aparecen. Como el caso de José María Pazo, que se salvó probablemente de ser banca eterna gracias a un arquero argentino que trajeron los Char en 1991, un tal Juan Carlos Docabo que venía de jugar en su selección juvenil por esos años. Pasó que Docabo arrancó de titular de una por portación de pasaporte en el combo que tenía el Tiburón de esos días, pero le fue tan mal que al DT, en ese entonces un tal Julio Comesaña (parece que fue ayer ver a Comesaña como DT de JunMOMENTO) le tocó colocar al gran José María de entrada. Y mira tú, se le arregló la carrera al cesarense, que venía de un montón de años seguidos viendo desfilar arqueros encima de él en el Yuyu, pero cuando le tocó la titular mostró clase y condiciones como para adueñarse del puesto por mucho tiempo.

Pero lo de Pazo fue un caso aislado en Curramba; fueron varios los que pasaron la mayor parte de sus carreras con el amargo «aporta su granito de arena» desde la banca del Romelio/Metropolitano. Como Leonidas de la Hoz, pelao con muchas condiciones en selecciones prejuveniles de final de los 80 pero que no pudo oler casi la titular en el Junior, primero a la sombra de – precisamente – José María Pazo, del fue su suplente en los títulos de Junior de 1993 y 1995. Cuando este se fue/lo echaron en 1998, el DT Ton Castell lo puso a pelear puesto con Calixto Chiquillo en una lucha por la titular del arco en la que el que el que terminó perdiendo fue Junior (?). Al final Chiquillo agarró el puesto pero como que no le fue muy bien, porque al otro año volvieron a traer a Pazo a apagar el incendio que se había armado en el arco en su ausencia, y cuando se volvió a ir en 2000 desfilaron entre otros Agustín Julio, Milton Patiño o Luis Fernández y ni Chiquillo (salvo una temporada) ni De La Hoz volvieron a conocer el sol de los domingos en la tarde.

Pero el caso más emblemático fue el del barranquillero Javier Chimá, toda una institución en la banca del Junior de los 80. Dotado de una pinta de tipo sufrido como un hp (pocos arqueros sacan carrera exitosa con una carátula así) y como que mandada a hacer para aguantarse viendo como los Char se la pasaban trayendo arqueros uruguayos o argentinos para el arco Tiburón. Desde el banco le tocó ver a Juan Carlos Delménico, Daniel Carnevali, Lorenzo Carrabs, Oscar Quiroga, Carlos Goyén y Esteban Pogany, entre otros, que aparte de ser casi todos manes muy calidosos contaban con la pesada chapa de ser extranjero y costoso, ¡y cómo iban a poner a mamar banca a la contratación estrella!

Chimá llegó al Yuyu en 1979 medio de rebote: como contó alguna vez él quería ser piloto pero sus papás lo convencieron que no, que era una mala elección (!!!). Entonces se decidió por estudiar alguna carrera y al tiempo terminó atajando para el equipo de la Universidad del Atlántico, en la que estudiaba Economía a mediados de los 70. Le fue bien porque lo llamaron a la selección del departamento, y de ahí lo llamaron para irse al Deportivo Cali – supongo a ser suplente de Zape -. Pero al final no fue para allá porque (esto que viene es en serio) su mamá le rompió los tiquetes de avión que le mandó el club para que viajara a Cali: es que la doña no quería que Javier se fuera de Barranquilla (!!!). Hoy les dirían «padres controladores«, en otras épocas sería «qué par de viejos malparidos«.

Al fin terminó yéndose en 1978 al Quindío  – le comió banca al gran Alcides Saavedra – y al año siguiente en Junior, en donde comenzó una carrera en la que muy pocas veces saltó a la cancha desde el 00:00. Según cuentas jugó 32 partidos con Junior, 13 de ellos en 1984 gracias a una lesión del titular Esteban Pogany. Pero apenas se recuperó lo volvieron a mandar a la banca: supongo que su pinta poca gloriosa de sufrido local no le ayudaba a generar confianza entre la ingrata y exigente afición barranquillera… se retiró en 1987, a los 30 años, ya mamado de no jugar nunca en la vida.

Deportivo Cali, o la máquina de parir arqueros (titulares y suplentes)

Hubo una época en la que Cali paría arqueros hasta por las coyunturas, y es por eso que en la historia del fútbol colombiano tenemos leyendas como Faryd Camilo Mondragón Alí, Oscar Córdoba o Miguel Calero (sin mencionar al monstruo de Pedro Zape, que salió años antes) que la pelearon bien desde abajo. Pero detrás (o al ladito) quedaron varios más a los que por cualquier motivo – suerte, condiciones, carisma, ese infortunio natural que cargan los arqueros y del que cuesta quitarse de encima – la gloria les pasó cerquita o la vieron más de lejitos.

Como algunos de los reseñados acá, el proveniente de Cerrito (Valle) Jorge Rayo no fue siempre banca: pero pocas veces fue EL titular indiscutido. Rayo se la aguantó como un campeón en el Cali ochentoso y noventoso comiéndole banca a los arqueros extranjeros que llevaban para allá («Gato» Fernández, Basigalup entre otros), para terminar a fuerza de trabajo y condiciones agarrando la titular, y luego volviéndola a soltar quién sabe por qué putas. Por malo no era: el tipo era en realidad un muy buen arquero, de esos que volaba como un gato y que aparte era un zorro para atajar penales, pero por algún motivo no era indiscutible en el arco azucarero. CREO que su, por decirlo así, falta de glamour (¿exceso de colombianidad’) le jugó en contra para que la gente en general y el DT de turno en particular le tuviesen confianza como para darle respaldo como indiscutido.

Debutó con el Cali en 1985 y sin temblarle la mano, le fue bastante bien y jugó de titular varios partidos. En ese momento de su carrera hubiese sido una lástima que le trajeran a un arquero de primer nivel internacional a competir con él en el puesto, y bueno, preciso eso fue lo que pasó. Cali llevó a un tal Roberto «Gato» Fernández y ahí sí quién putas banqueaba al gran paraguayo… de ahí en adelante alternó entre la titular y la banca por varios años, lo primero ayudado por el tradicional horrible nivel que mostraban los arqueros extranjeros que eran figuras en otros equipos y dejaban las manos antes de llegar al Cali, como con Eduardo Esteban Basigalup en 1987 o Carlos Trucco en 1990, que hacía que el DT volviese a confiar en el rupestre pero rendidor Rayo.

Hasta que – supongo – se mamó de no ser indiscutible y se fue al Unión Magdalena en 1991 (le tocó la mudanza temporal a Cartagena del segundo semestre y aquello de Unión Lotería La Cartagenera); le fue bastante bien y volvió al Cali donde terminó siendo titular en el equipo de Miguel Company que terminó tercero, pero se volvió a ir al Unión en 1993, De ahí que sepamos no volvió al Cali; la iba a tener muy brava para pelearle el puesto a un pelao que estaba tapando en el arco azucarero, uno dizque Miguel Calero… el caso es que para 1994 jugó en Cúcuta, en 1995 y 1996 estaba tapando en Cortuluá, ya con sus años encima, y probablemente se retiró despuesito. De los manes que merecían mejor carrera que la que tuvieron.

 

Del Cali también salieron Jorge Leyva (a la izquierda en la foto) y Saulo Hernández hasta donde sabemos caleños ambos. Leyva fue fijo suplente en el Cali de finales de los 80 y principios de los 90, jugando ocasionalmente cuando lo necesitaban pero volviendo siempre al banco y sin afianzarse nunca en la titular. Ya para 1990 estuvo en el Pereira (le fue bien, al menos lo recuerdan de esa manera por allá), en 1992 lo registramos probando suerte en el Cúcuta, luego estuvo en el Huila y ahí le perdemos la pista: lo siguiente que sabemos de él es que estuvo jugando en el Univalle de la Copa Concasa 1998… alguna vez me contó un parcero (esto es un gran DICEN) que el man era, eh, indisciplinado y eso no le ayudó…

Saulo Hernández si fue más recorrido en las canchas de Colombia. También le tocó bailar la más brava al pelearle el puesto a Pedro Zape y «Tribilín» Valencia («pelearle el puesto» = «ser tercer arquero de»), y aunque tuvo sus partidos con el verde de Cali le figuró emigrar para ver si en otro lado sí agarraba la titular. Fue así como deambuló por varios equipos como Santa Fe, Pereira, Cúcuta, Unión Magdalena, Bucaramanga y Deportivo Pasto (en la B en 1996), pero donde mejor anduvo fue en el Matecaña en el que no solo fue titular seguido sino que le alcanzó para ser convocado a la selección Colombia que fue a los Juegos Odesur de 1986, esa que dirigió Jorge Luis Bernal con un combo de los jugadores de los equipos que no clasificaron al Octogonal de ese año. Ah, ahí fue banca de Hernán Torres… en Pereira también le tocó una efeméride (?) al recibir un gol olímpico, de William Rico de Junior el 18 de Septiembre de 1988 en el Hernán Ramírez Villegas (chúpatela con el dato tan exacto).

Aquí caigo en cuenta que los tres reseñados comparten un hilo temporal:

  • Saulo se fue del Cali al Pereira en 1988, y de ahí se fue y lo reemplazó Leyva en 1990.
  • Rayo estuvo en Unión en 1991, se fue y lo reemplazó Saulo.
  • Leyva fue a Cúcuta en 1992 y lo reemplazó Rayo (!).

Te digo que apenas nos lean los manes que hacen la serie «Dark» se sacan una temporada dedicada a los arqueros de Cali de los 90; pero mejor sigamos en lo que andábamos. El último caso así emblemático de arquero-del-Cali-calientabancas es del pereirano Alejandro Botero, que cuando se dio a conocer como el titular del arco de la sub 20 en el Esperanzas de Toulón de 1999 enseguida agarró la etiqueta de «el arquero del futuro«. Rapidito debutó en el Cali, se fue a Independiente (Arg) en 2002 en el que no jugó, al año se movió para Argentinos Juniors – en esos días en la B – en el que comenzó a tener más minutos y nivel… hasta que tuvo una lesión fea, y desde ahí se le jodió la posibilidad de verlo años después gritándole a Aquivaldo Mosquera y a Javier Arizala porque lo dejaban solo frente al 9 en algún partido en el Siles Suazo.

Botero (sin camisa) celebrando el título con Independiente en 2022

Porque cuando retornó a Colombia en 2009 (luego de pasar tres años en San Martín de San Juan) a Boyacá Chicó ya había perdido todo el impulso que tenía de pelao; jugó seguido sin el brillo de antaño, pero dos años después fue al Tolima a ser otra vez suplente. Hasta donde sabemos ahí se retiró del fútbol y se dedicó a trabajar como piloto de aviones comerciales, profesión que había estudiado aviación en sus abundantes horas libres en Argentina (párale bolas a esto, Chimá). Me lo imagino piloteando un Airbus A318 a punto de aterrizar en el aeropuerto Benito Salas de Neiva, y mientras farfulla las incomprensibles palabras que intercambia con la torre de control su mirada por azar nota a lo lejos el Guillermo Plazas Alcid y pensando aliviado «Hijueputa, de la que me salvé«…

Y cerramos con un campeón de América (!!)

Miguel Nuñez con Cúcuta a principios de los 80

Y terminamos con uno al que el fútbol (o su club) trató como un culo pero que al final tuvo su desquite – así sea por los laditos -, el cucuteño Miguel Nuñez. El man surgió del Motilón a finales de los 70 y de una mostró condiciones como para jugar sin problemas como titular; de hecho fue con la selección Colombia a los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. Nuñez era sobrio, seguro y con mucha personalidad para su edad; era cuestión que le dieran confianza y le colocaran un buen entrenador que le diera minutos y le ayudara a pulirse, para consolidarse en el fútbol vernáculo (?) sin problemas.

Y adivina qué: no lo hicieron. A los directivos del Cúcuta les encantaba traer año tras año arqueros argentinos, uruguayos o incluso colombianos veteranos que terminaban relegando a Nuñez a aparecer de vez en cuando, cada vez más espaciadamente y con menos ritmo. Así fue como Luis Landaburu, James Mina Camacho, Carlos Arias, Miguel Ángel Wirtz o José Tursi, entre otros, llegaban, se quedaban un año o dos y se iban dejando a Nuñez viendo como el otro año casi siempre le traían arquero nuevo, y a repetir la historia. Cuando se fue al DIM en 1987 ya no tenía el ritmo de antes y terminó alternando en varios partidos, sin poderle quitar el puesto ni a «Ormeño» Gómez ni al chileno Oscar Wirth. Pero tenía la suficiente marca registrada (?), aunque fuera la de «suplente confiable» como para que Nacional se lo llevara para ser banca de Higuita. ¿Qué año fue? 1989. Ese año Nuñez cubrió a Higuita cuando este se iba a jugar con la selección y estuvo en la banca durante toda la Libertadores de ese año. Sí, esa: Nuñez hizo parte de la nómina a la que le compPERDÓN obtuvo esa Copa. Así que la vida le dió al menos el privilegio de mandar a comer mondá a cualquiera en una discusión de cualquier tipo solo con sacar a relucir que es campeón de América… siquiera cerró su carrera con esa satisfacción…

Miguel Nuñez ya veterano mostrando que sí, hombre, que es campeón de América

5 pensamientos sobre “Insuficiente reivindicación a los eternos arqueros suplentes del fútbol colombiano

  1. Se echaba en falta una buena crónica, espero la lea alguno de los aludidos, con la consiguiente carta notarial por revivir fantasmas del pasado, y no ha lo de las farc

  2. YSEC, a Boterito lo ponían a jugar de 9 el pedido Castro (creo) por la famosa regla del sub19 en cancha. Chupate esa mandarina. Te dejo también estos nombres: Rolando Vargas (nacional), Miguel Vidal (américa) ‘Roque’ Pérez(millos), Chito Torres(Tolima)

  3. Tremendo post mi pez. Yo incluiría ahi a Eduardo Niño que fue un eterno suplente de René Higuita en la selección. Cuando estuvo en el América fue titular un tiempo pero luego volvió a sucumbir ante los encantos de la banca, para ese momento fue Julio Gómez, luego fue Córdoba y luego Diego Gómez quienes lo pusieron a chupar banca. En el América ochentoso recuerdo a un Reynel Ruiz que fue eterno suplente de Falcioni y Zape, era el tercer arquero (este si que pocas veces la olió). Del Juju tengo presente recientemente al enfermero Pérez que chupó harta banca, se hartó y ahora es el entrenador de arqueras de la selección femenina de fútbol del Atlántico. Hubo un arquero que fue eterno suplente pero que mira tú, por cosas de la vida terminó siendo titular y campeón con millos y nacional, se trata de Omar Franco, todo eso en menos de 5 años.

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