Postales de un pasado no siempre mejor pero a veces sí: el histórico Atlético Bucaramanga de 1990

10

Creo que es hora de hacerle el debido homenaje al merecido campeón del pasado Diciembre: ese que supo ganar el torneo con total autoridad y que no le importó la mala energía de las demás hinchadas, y que… no, no, ese campeón no: hablo del querido Atlético Bucaramanga, uno de los clubes más representativos de la categoría pequeños_pero_tradicionales_de_Colombia.  Los Leopardos supieron ganar sin demasiado sufrimiento el torneo de la B y, junto con el ignorado Fortaleza jugarán con los grandes (?) este 2016. A modo de ¿homenaje? ¿recorderis? ¿nostalgia? ¿paja? recordaremos el que, para este servidor, fue el primer Bucaramanga que peleó por alguna cosa que no fueran las deudas y el no ocupar el último puesto de la Reclasificación: hablamos del equipo que terminó en tercer puesto del torneo en 1990.

Hablemos de 1990, sí, hablemos…

¡Ah, 1990, parece que fuera apenas hace unos 25 añitos! Tiempos en los que un pasaje de bus te costaba 55 pesos, un corrientazo por ahí 500 y no se pensaba en Metro o Transmilenio. Tiempos de narcos perseguidos, carrobombas por todo lado y una sensación de incertidumbre que se cernía en el ambiente y en la que uno andaba azarado todo el día. Días de peinados sideralmente boletas, con ropas anchísimas y de colores fosforescentes y cabelleras enmarañadas coronadas con cola tipo Pedro_El_Escamoso. Tiempos en que las viejas salían a la calle con tres capas de maquillaje y reboque encima.  También fue el año bendito que muchos asociamos el éxtasis eufórico de ver a nuestra selección por primera vez en un Mundial, aunque con el rezago amargo en la garganta del 89 de mierda en que se suspendió el campeonato por el asesinato del árbitro Álvaro Ortega.

Ý sí: el campeonato de  1990 sintió el cimbronazo feo de la suspensión del anterior; así fue como dicho año fue, como dirían los periodistas, «bisagra«, porque a partir de allí la dinámica del fútbol colombiano cambió totalmente con respecto a lo que era pre-1989. Sea por precaución o por no querer meter tanta plata, los equipos disminuyeron fuertemente la práctica tan ochentera de ocupar si o sí el máximo de cupos disponibles de extranjeros, los cuales eran gastados dependiendo de la$ po$ibilidade$ de cada club: unos como América o Millonarios preferían traerse de afuera estrellas de relumbrón que – literalmente – elegían venirse a Colombia en vez de irse a Europa; otros como Quindío, Once Caldas o Unión Magdalena apostaban por la perla de 26 o 27 años oculta en el ascenso argentino o en el fútbol paraguayo (una de cada 50 les resultaba), aunque en el fondo se conformaban con jugadores que rindieran medianamente y que evitaran que la afición dijera «no trajimos a nadie, no joda«. A partir de 1990 esto se acabó para casi todos los equipos, los cuales adoptaron la política de «apostémosle al talento nacional«, que era la frase que escondía un «mejor calmémonos y gastemos la plata en gente de acá que es más barata, y digámosle a la hinchada que estamos apostando por el talento local«. Sí, sí, el talento local de 32 años que ha pasado por seis o siete equipos diferentes…

En ese contexto fue que el Bucaramanga aprovechó la coyuntura y pegó el zarpazo: se armó de jugadores rendidores aunque no brillantes, la mayoría sin cupo en otros equipos – algunos de ellos oliendo a carrera descendente  o a ciclo cumplido -, reforzados con un par de extranjeros conocidos en Colombia y un técnico veterano y recursivo de salario medio (ya vamos a decir quién es). Como resultado se obtuvo un equipo muy firme, solidario, áspero y bastante rendidor de perfil bajo, que renació la carrera de varios jugadores que pintaban para diluirse en el olvido.  Este Bucaramanga de pronto en años anteriores le hubiera alcanzado para clasificar a Octogonales o cuadrangulares solamente, pero en las circunstancias del torneo de ese año pelearon por el título con muchos méritos: quedaron terceros del campeonato, a dos puntos del segundo (ergo, a dos puntos del segundo cupo a la Libertadores del 91).

Veamos su nómina base de ese año:

Buc1990
Arriba: Héctor Fabio Polo, Héctor Gerardo Méndez, Eugenio Uribe, Enrique Simón Esterilla, Víctor Espinoza, John Freddy Van Stralhem. Abajo: William Rico, Robert Villamizar, Pedro Manuel Olalla, Jesús «Kiko» Barrios, Elías Correa (Fuente)

Ahora sí, repasemos los jugadores, en orden según la foto:

  • El ¿valluno? Héctor Fabio Polo Ararat (!) jugó varios años como volante de primera línea (lo que hace años llamaban «Volante de marca«, ¿sí pilla?) o lateral en Cali, Tolima, Cortuluá y Unicosta. Era de esos manes que abundan en las canchas de nuestra Eagle League: no lucían mucho pero rendían lo suyo, aunque no tanto para que se conserve en el recuerdo perenne (?) de alguien sin tanto espacio en la memoria para cosas inútiles.
  • En cambio al uruguayo Héctor Gerardo Méndez se le recuerda bastante por ser uno de los extranjeros más rendidores de principios de los 90 en el fútbol colombiano. El man debutó profesionalmente en su país en 1986 jugando para Huracán Buceo, y le fue tan bien que fue convocado a la preselección uruguaya que jugó y ganó la Copa América de 1987 (al final no quedó). De Huracán Buceo se fue para el Deportivo Pereira en 1988 y también rindió bastante jugando de mediapunta: de hecho fue el goleador del torneo inconcluso de 1989. Para 1990 se fue para Bucaramanga, donde – no sé si por influencia del técnico – bajó su posición en la cancha para ubicarse como volante de primera línea, en donde se convirtió en uno de los bastiones del equipo y eje del juego Leopardo. Después en 1992 se fue al Junior, con el que quedó campeón en 1993 y 1995, y con el que llegó a semifinalista de la Libertadores en 1994 contra Vélez Sarsfield. ¿Cómo le fue en Barranquilla? Eh, en general bien, pero en la memoria colectiva queda el recuerdo del penal decisivo que falló en el Amalfitani frente a José Luis Chilavert,  el cual le hubiera dado el pase inmediato a la final a Junior; con ese fallo se prolongó la serie a la ronda del mata-mata y ahí sí pasó Vélez… (o sea que si Héctor Gerardo Méndez hubiera metido ese penal entonces quién sabe si Carlos Bianchi hubiera ganado algo similar con Vélez después sin lo cual no lo hubiera contratado Boca sin lo cual no hubieran ganado todo lo que ganaron sin lo cual Macri no hubiese sido presidente de Argentina… ehh, ya boto esto que estoy fumando y vuelvo…)
Héctor Gerardo Méndez cuando jugaba en el Pereira: dicen que El Zarco se inspiró en él para su legendario papel, ojos engalochados incluso
El Zarco se inspiró en el paso de Héctor Gerardo Méndez por el Pereira en 1989 para su particular e intimidante look: hasta en los ojos engalochados (Fuente)
  • El lateral Eugenio Uribe era uno de los varios jugadores «de la tierrita» de ese equipo de 1990 (nació en Barrancabermeja). Debutó en el Bucaramanga en 1985 y ahí se quedó por varios años, siendo parte de la época dorada del equipo a principios de los 90. Después de un brevísimo paso por el agonizante Sporting se va para Junior (cero y van dos) en 1993, participando también de los títulos de ese año y de 1995. Como lateral no era un Dani Alves, ni un Jordi Alba y ni siquiera un Frank Fabra (?): era de los que veía el balón al alcance de su humanidá y de una lo revoleaba lejísimo´. Pero, ajá, eso no implica que fuera malo: para pasarlo tenías que doparlo con un dardo y después amarrarlo…. el hombre rendía en lo suyo. También era algo, eh, vehemente: hasta hace poco estaba en el Top 5 de los más expulsados del fútbol colombiano(debe seguir ahí).
  • El defensa central Enrique Simón Esterilla fue uno de los renacidos de ese equipo. Jugó un montón de años en el América, club en el que alternó la banca con la titular (más lo primero que lo segundo) en la época del Doctor Ochoa. Todos lo recordamos como el_cambio_inexplicable_de_Ochoa en la final contra Peñarol en el 87, y eso de algún modo le añadió un costal de plomo que amenazaba con hundir su carrera… hasta que llegó al Bucaramanga. Aquí Esterilla tuvo sus mejores años, sin la presión de estar en un grande y cumpliendo bastante bien en la zaga sin necesidad de brillar. Pasó por Tolima, Cali, Cúcuta, Sporting, Tuluá y Unicosta.
  • El otro central es el paisa Víctor Espinosa, este sí un histórico del América – donde fue capitán por muchos años -, infaltable en la nómina de los Diablos Rojos en los ochenta. Defensa eficiente, sereno, técnico y más bien ubicado que Natalia Springer. Coronó selección Colombia con el médico Ochoa en 1985.
  • Si no fuera por ese «John Freddy» 110% colombiano que antecede al apellido Van Stralhem, pensaríamos en un arquero holandés o belga que cayó de casualidad a jugar al país. No eñorr: John Freddy Van Stralhem es oriundo de Bogotá y banqueó varios años en el Bucaramanga antes de pasar sin gloria por Millonarios y el DIM (no lo juzgo: la banca mata la carrera de cualquier arquero). Casi toda su carrera la desempeñó como el confiable pero eterno suplente del arco Leopardo, pues por alguna razón (o el titular era un extranjero consagrado, o simple mala suerte, o de pronto no inspiraba confianza por su baja estatura) nunca se afianzó en la titular. Hoy en día sigue trabajando en el fútbol como entrenador de arqueros. Aún en al actualidad persiste la polémica de cómo putas se escribe su apellido (en el álbum del Fútbol Colombiano de 1987 salía, me acuerdo todavía, como «John Vanskhalem«).
20051010-VanStrahlem
John Freddy en el Bucaramanga circa 1987 (Fuente)
  • El primero y el cuarto de la fila de abajo son otros dos de los «vueltos a nacer para el fútbol» que dejó ese equipo de 1990. William Rico jugaba como puntero de los de antes, bien pegado a la raya aunque con poca eficiencia en el arco. Jesús «Kiko» Barrios era centrodelantero neto, también de los de antes: guerrero, metelón, muy tosco y siempre insistente, pendiente de meter cualquier balón que quedaba cerca. Ambos venían del Junior, en donde pintaron bastante en una generación que trajo otras promesas no concretadas (que serán objeto de un futuro post) pero al final se quedaron sin cabida en el equipo Tiburón. De los dos al que mejor le terminó de ir fue al Kiko Barrios, que así con su fútbol menos dúctil que un planazo en las huevas se cansó de hacer goles en el equipo Leopardo, y de paso se convirtió en uno de sus ídolos de todos los tiempos. El Kiko se convirtió, biblia en mano (fue otra de las víctimas del virus del Cristianismo (?)) y goles mediante, en el símbolo de ese Bucaramanga. Su carrera siguió por otros equipos como Tolima, Cortuluá y Envigado.
  • El único de los habituales titulares de la propia ciudad de Bucaramanga era Robert Villamizar, volante mixto todo-terreno, con buen pie y constante llegada al arco del frente. Debutó este mismo año de la mano del técnico (¿quién? Abajo le digo…) con tan buen desempeño que no solo se ganó la titular sino que fue una de las figuras del torneo. Jugó dos años más en el equipo bumangués hasta que se fue al Junior (cero y van tres), después al Santa Fe – fue titular en el equipo subcampeón de la Conmebol – y pasó por el DIM sin éxito.
  • El delantero argentino Pedro Manuel Olalla fue una de esas apuestas extranjeras que resultaron bien. El oriundo de Tucumán jugó en diversos equipos de su país – Concepción de Banda del Río (¿ah?), Deportivo Español, Atlético Tucumán – antes de caer en el segundo semestre de 1989 al Unión Magdalena, con solo 27 añitos (?). Le fue bien y por eso desembarcó en Bucaramanga para el siguiente año, donde fue goleador y una de las figuras del equipo; su gol más recordado fue un tramacazo de 45 metros en el último minuto contra Quindío en el Centenario de Armenia, con el que clasificaron los bumangueses al cuadrangular final dejando por fuera al Cali (ver video al final del post). ¿El arquero del Quindío? Un pelao llamado Oscar Córdoba… Olalla para 1991 o 1992 se fue al América (de hecho este club era el dueño de su pase) pero le fue mal, y siguió su carrera por Belgrano, Deportivo Cali y retornos sin éxito al Unión y Bucaramanga.
OlallaCali
Pedro Manuel Olalla en su paso posterior por el Cali, enfrentando al Tolima. Muy posiblemente el 1 sea un portero tolimense que posteriormente se dedicó a la dirección técnica con muchos casi-éxitos
  • Y el último de abajo es Elías Correa, otro santandereano (de Piedecuesta), volante de marca muy eficiente y raspador, de esos que no dudaban en cepillar a pata los tobillos contrarios con tal de asegurarse el dominio del esférico (?). Pero no era un mero patadura, no: tenía buen dominio del campo y la pasaba mansita para los compañeros. Con los búcaros ya llevaba unos añitos (debutó en 1987) sin consolidarse, hasta este año en el que el técnico (que ya vamos a decir quién es, carajo) le dio la confianza con tan buen tino que se consolidó en el equipo. Se fue en 1993 para, adivinen qué equipo: Junior (¡cero y van cuatro!). Jugó además en Tolima, Santa Fe, Huila, Unicosta y finalmente Rionegro, en donde jugó seis años y en el que terminó su carrera. Tipo jodido y sin pelos en la lengua, que según él «…en el primer entrenamiento [en Junior] lesioné tres jugadores porque pegaba mucho» (!!!), y que declaró la siguiente perla oculta en el anuario de declaraciones futbolísticas colombiano «En el 94 [en Santa Fe] teníamos un súper equipo, el técnico era Arturo Boyacá, pero no teníamos técnico, imagínese uno llamándose Boyacá, con ese apellido no podes ganar nada». 

Ahora sí, el técnico: este señor.

Tucho
(Fuente)

  • No es el papá de Alf: es el gran Humberto «El Tucho» Ortiz, uno de los mejores formadores de jugadores en Colombia. El paisa fue mano derecha del médico Ochoa en América como asistente técnico por 10 años; con Bucaramanga este año fue su debut como primer entrenador, y como vemos, le fue bien. Ascendió al Cortuluá y al Tolima en años sucesivos, y desde ahí ha dirigido a varios equipos en el ascenso principalmente. Hoy está retirado de la dirección técnica.

Y listo. A Bucaramanga el impulso de este torneo le duró tres años más: clasificaron a cuadrangulares semifinales en 1991, 1992 y 1993. Pero en 1994 vino la debacle: terminaron de últimos de la Reclasificación y descendieron a la B por primera vez en su historia. Tiempos aquellos en donde el descendido era sí o sí el peor del año y no había que saber Cálculo Infinitesimal para ver quiénes bajaban a la B…

Bonus Track

Cerremos con los goles del mencionado partido de Pedro Manuel Olalla en Armenia. El Quindío – que con la victoria clasificaba al cuadrangular final – comenzó ganando 1-o el partido; pero ahí apareció el goleador Olalla para empatar con un tiro que se desvió en un defensa para empatar el asunto. El 1-1 clasificaba al Cali (el otro integrante del grupo era América, que ya tenía su cupo asegurado), hasta que en tiempo de descuento, con Quindío buscando como laaacaaa el gol, Olalla vio que Oscar Córdoba, oh cosa rarísima en él, estaba como 200 metros salido de su arco; así que le zampó un tiro desde casi mitad de la cancha que se convirtió en el cipote de golazo (00:23 del video de abajo) que le dio el cupo a los búcaros a la final. Recomendamos ver el video completico, sobre todo el final con el recibimiento eufórico de la afición bumanguesa al equipo por la clasificación al cuadrangular final (!!)…. qué tal que hubieran quedado campeones, con el impulso invadíamos Venezuela…

https://www.youtube.com/watch?v=VnKfNFITuVo

10 pensamientos sobre “Postales de un pasado no siempre mejor pero a veces sí: el histórico Atlético Bucaramanga de 1990

  1. No se entiende como, despuès de fallar semejante gol, el Chomo Cadavid no fue fichado inmediatamente por la directiva del anteriormente conocido como el màs ganador del paìs.
    PD: ¿el 2 del Quindio es un actual comentarista de ESPN? El autogol refuerza mi suposiciòn.

    1. Eeeese mesmo, que supongo que diría «NO PODÉS meter la pierna así ante un tiro frontal…»
      Si no estoy mal, «El Patrón» debutó en este Quindío.

  2. Dos cosas:
    Goles como el primer gol del Bucaramanga le hicieron un montón a Córdoba en Boca Jrs.
    Qué es de la vida del buen Eliecer Ballén?

  3. -Quien empató el partido del Bucaramanga fue la retaguardia del Comentador de Espn (Curioso ¿no? (?) ) y cipote golazo el del tal Olalla ese que nunca había escuchado.
    -Miren como desarmó el Junior al Bucaramanga en esa época, despues el agua sucia es solo para el América.
    -Que monstruo que era el tucho Ortiz, debió tener su oportunidad con América. Esa si no se la perdono a don Miguel los dirigentes.
    -Tipos como Elías Correa, alias «el guapo de pie de cuesta» son mi inspiración (?). Así pude ser recordado yo en el FPC (risas grabadas y prolongadas).
    -Perla de post Master, tal a su costumbre. Saludos.

  4. otra perla de Elias Correa, negociando premios en el Junior de Barranquilla lo mandaron como emisario y afuera de la oficina estaba el Boricua Zarate quien le decía que le fuera informando como iban las negociaciones, es así como pactan con los directivos que les pagaran el 50% de los premios por adelantado y así lo informo al Boricua quien le gritaba: el 50 no la mitad, el 50 no la mitad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *