Partidos, Partidotes y Partidazos: el demoledor Hungría 10 – El Salvador 1 de 1982, o “La Masacre de Elche”

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Hace unas semanas mientras hacía zapping por youtube terminé no sé cómo carajos viendo el resumen de la mayor goleada de la historia de los Mundiales, el 10-1 de Hungría a El Salvador en 1982. En ese momento caí en cuenta que este es uno de de esos partidos del que todos hemos escuchado pero pocos han visto (este servidor se lo vio en vivo por la TV colombiana a sus tiernos 8 añitos pero como es natural y por la edá ya no me acuerdo de ni mierda), y por lo tanto la mayoría de nosotros estamos llenos de ideas preconcebidas del mismo. Paga preguntarse, por ejemplo, ¿qué diablos pasó para que se diera un marcador de partido de calle entre los calidosos de la cuadra y el de los troncos? ¿Fue tanta la diferencia entre ambos equipos, era tan abismal el nivel de Hungría con respecto al de El Salvador? ¿El arquero salvadoreño era un horrible o fue un sacrificado? ¿Fue una vaina anómala y accidental que no se vuelve a dar en la vida o si jugaban de nuevo quedaban 9-0?

Para responder a todas esas preguntas, este que escribe se dio a la tarea de ver, aprovechando las horas muertas que le deja su estancia en las inhóspitas tierras sudamericanas, de nuevo  y completico todo el partido (!!), para tratar de analizar con la madurez que dan los años (?) qué putas pasó para que se terminara consumando esa masacre. Y la verdad, viendo el juego con calma y desde cero se da uno cuenta que no fue solo diferencia de calidad lo que derivó en el 10-1, sino que el perdedor ayudó con bastantes cuotas de inocente tercermundismo. ¿Cómo fue la cosa? Pase, siga, siéntase y lea.

El Sal-vador

Cipote de bienvenida

A la pobre El Salvador le ha tocado sufrir tanto como país que su historia parece haber sido escrita por el guionista más sádico de Josemiel. Desde su independencia en 1821, el pequeñito país centroamericano ha sufrido las consecuencias de la clásica y tan latinoamericana ley_del_embudo: una minoría en el poder que acaparaba casi todo el billete, una inmensa mayoría jodida, sin oportunidades y oprimida que tenía que aguantársela toda. A esto se le añadía esa otra costumbre tan nuestra que tenemos de pelearnos huevonamente por política, lo que derivaba en  una continua inestabilidad y en levantamientos como el de 1932, que terminó con más de 25,000 muertos y la casi totalidad de la población indígena salvadoreña exterminada por la salvaje represión estatal. El ambiente se fue azarando cada vez más hasta hacerse irrespirable en los años 70, en la que estaba tan caldeado el bonche entre la oligarquía aferrada al poder y el pueblo buscando justicia social, que toda la década abundó en un mierdero importante: grupos paramilitares estatales asesinando todo lo que pareciera opositor, elecciones fraudulentas, intentos de golpes de estado, movimientos guerrilleros actuando en zonas rurales, asesinatos y secuestros de lado y lado, protestas masivas de sindicatos y estudiantes reprimidas sin asco por el ejército… Así las cosas se caía de madura la guerra civil, y preciso: el 15 de Octubre de 1979, tras un golpe de estado en el que asumió el poder una Junta Milit*r, varias organizaciones guerrilleras – posteriormente agrupadas en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional – declararon el alzamiento general contra el gobierno. Así se inició una guerra de mierda, sucia y muy llena de mala leche, que hasta su fin en 1992 dejó 75,000 muertos, al país vuelto nada y con cicatrices de todo tipo, y que de pronto hubiese durado menos si ese ser de luz llamado Ronald Reag*n no hubiese metido la mano para ayudar al gobierno de derecha.

En este fabuloso y acogedor ambiente se inició la eliminatoria al Mundial de 1982 para la selección de El Salvador, que así como la veías tan medio huevo era la única de Centroamérica además de México, que para la época había ido a un Mundial de Fútbol (en 1970, del Caribe ya habían ido Cuba en 1938 y Haití en 1974). ¿O sea que eran favoritas? No: después de su primera clasificación mundialista (en su debut en Eliminatorias) se descacharon feo para 1974 y se quedaron cortos para 1978. Para 1982 el asunto pintaba para que la (abro comillas bastantes veces) ultrapoderosa México (espero que se apaguen las risas, cierro comillas) agarrara su acostumbrado cupo mundialista, mientras que el otro puesto adicional que la FIFA graciosamente concedió a la Concacaf en virtud de la ampliación de 16 a 24 participantes desde este torneo estaba abierto para cualquiera de los otros. En la práctica esto implicaba que para El Salvador el objetivo de repetir clasificación a Mundial era alcanzable: en esos tiempos en los que el único poderoso a nivel regional era México (Estados Unidos aún era ese equipo de muertos ingenuos que jugaba amistosos contra nosotros y Costa Rica no esssistía) les bastaba con sacar puntos clave ante equipos de nivel similar, y vualá.

La selección salvadoreña en uno de los partidos de esas Eliminatorias. El primero de arriba era el mejor de la defensa: Jaime Rodríguez. El arquero Guevara Mora tenía 20 años cumplidos por esos días. Más tarde hablaremos de él…

El gran «Mágico»

Para afrontar las Eliminatorias los salvadoreños contaban con un as bajo la manga y un par de, por así decirlo, jotas. El as era – y no exagero un bit – de clase mundial, aunque por esos lejanos días no lo conocían ni en la base de datos de contrainsurgencia de la CIA: Jorge «El Mágico» González, del Deportivo FAS. «El Mágico» (que por esos días aún era «El Mago«, en España posteriormente le cambiarían el apodo) era un delantero completísimo y muy calidoso: tremendamente hábil, gambeteador, rápido, firme ante el choque, explosivo, con regate, pegada, centro, cambio de ritmo… en fin, era de un nivel tan alto que parecía que lo hubieran sacado de una selección europea tipo Yugoslavia y lo hubiesen puesto así de la nada en la mitad de una cancha salvadoreña. ¿Creen que exagero? Pillen acá: el man era un crack con todas las letras, y si además tienes en cuenta que el Mágico no se cuidaba físicamente (tenía menos disciplina deportiva que Johan Arango en una finca con piscina un 31 de Diciembre), dimensionarás mucho más su calidad. Pero la leyenda del Mágico y la horrible imagen que dejó ese equipo del 82 ante el mundo opacan a otros dos buenos jugadores, a años luz del delantero pero de un nivel al menos top en la región: el defensor Jaime «La Chelona« (!!) Rodríguez – en esos momentos en el Bayer Uerdingen alemán, toda una rareza exótica por esos días para el fútbol centroamericano – y el volante ofensivo Norberto «Pajarito» Huezo. En torno a ellos el DT Mauricio «Pipo» Rodríguez – de 35 añitos, mundialista como jugador en 1970 – formó a la selección que iba a pelear por un cupo a España, rodeándolos con lo mejor que podía dar el fútbol del sufrido país. Que no era mucho: alguno de ellos era más muerto que los que dejaban los batallones entrenados por los gringos en Panamá por esos días, pero era lo que había.

¿Les funcionó? Ya te digo: las eliminatorias de la Concacaf para 1982 incluyeron a 15 selecciones divididas en tres zonas – Norteamérica, Centroamérica y el Caribe -, cada una de los cuales iba a aportar dos clasificados a la fase final, el ya famoso Hexagonal del que pasarían los dos primeros al Mundial. A los salvadoreños les tocó entonces la primera fase contra Honduras, Costa Rica, Guatemala y Panamá en un pentagonal con partidos de ida y vuelta entre Julio y Diciembre de 1980, que disputaron con un ojo en la cancha y el otro en el verguero que vivía el país en esos momentos. Como recordó años después el defensor Ramón Fagoaga «Ese día íbamos [la nómina de la selección], no me acuerdo si para Ahuachapán o a Occidente, pero vimos cabezas humanas cortadas, empaladas y puestas en los cercos. Eso es algo de terror, horrorífico. Fue una cosa fea que existía. En esa situación, nosotros fuimos al mundial»… Ay , marica…. también contó años después otro defensor de ese equipo, Carlos «Imacasa» (cipote de apodos los de estos manes) Recinos: «La guerra no nos afectó en el sentido de que nunca ningún jugador tuvo algún accidente. A unos y a otros les gustaba el futbol. A nosotros nos conocían de ambos bandos. A mí muchas veces me pararon, pero me dejaron ir rápidamente por ser quien era. En mis viajes a San Salvador, en plena guerra, yo me encontraba con muchos cadáveres en el camino, pero no podía faltar al entreno«. Brava esa. En otras noticias, el año pasado en Colombia los jugadores se andaban quejando porque era «inhumano» jugar un partido un sábado a las 3:00 p.m… sigamos.

Lo meritorio es que a pesar de todo este descenso con estaciones al infierno en el que vivían día a día, los salvadoreños pasaron junto con Honduras al Hexagonal Final. Y en este, que se disputó íntegro y a una vuelta en el estadio Tiburcio Carías Andino (!!!) de Tegucigalpa en Noviembre de 1981, lograron el milagro de clasificar al Mundial de España al quedar de segundos debajo de los locales, y por encima de una horrible México que al final solo ganó dos partidos de nueve (!) disputados en todas esas eliminatorias. Y eso que los de la ES comenzaron mal en el Hexagonal al perder con Canadá 1-0, pero se repusieron con una histórica victoria ante los mexicanos por la mínima (ver en video abajo), coronaron dos empates sin goles seguidos ante Cuba y Honduras, y cerraron con victoria también por 1-0 ante Haití en la última fecha. La manito se la dieron los demás equipos al sacarse puntos entre sí y, en la última fecha, una Honduras ya clasificada al empatar sin goles ante México, lo que evitó que los yanqui-wannabes superaran a los guanacos en la tabla. Total que clasificó al Mundial El Salvador con registros (?) goleadores de 2 GF y 1 GC en cinco partidos, y un porcentaje de rendimiento en puntos digno del séptimo clasificado de la Liga Águila. Pero clasificó, carajo, y en todo el país la alegría fue unánime y como un bálsamo en medio de tanta desesperanza.

Pasaron los organizadores de los Juegos Deportivos Nacionales de Ibagué y se cagaron de la risa de los dirigentes salvadoreños de 1982

Logrado el primer objetivo venía lo más complicado: completar una buena preparación para no hacer el oso en el torneo más importante del mundo. Es que el sorteo también los trató mal al mandarlos a un grupo bravísimo: Argentina, Bélgica y Hungría  – la campeona del mundo, la subcampeona europea y un europeo de nivel. Ahora, una cosa era prepararse en medio de las dificultades para jugar contra unos equis costarricenses y guatemaltecos con físico de extra chicano de película gringa, y otra muy diferente era hacerlo para enfrentarse a Maradona, Kempes, Ardiles, Passarella, Jan Ceulemans, Erwin Vandenbergh, Frank Vercauteren, Jean-Marie Pfaff, Tibor Nyilasi o Laszlo Fazekas: parte de lo más granado del fútbol mundial iba a luchar contra la pobre, humilde y trajinada selección de El Salvador, a la que sus rivales de grupo veían con esa hambre que da de pensar en el gol-diferencia como opción para desempatar un puesto en la tabla. Así que los salvadoreños quisieron aprovechar los seis meses que les quedaban para el Mundial para prepararse a fondo, y buscar disminuir las esperables diferencias con los putas.

«Quisieron» pero no pudieron: el entrenador Pipo Rodríguez presentó un plan de preparación que incluía una gira europea, pero la Federación salvadoreña no se lo aprobó porque les resultaba más barato mandar a la selección a Norte y Sudamérica. El mismo informe técnico que la FIFA elaboró después del Mundial lo resaltó al decir que «El Salvador tuvo una preparación muy buena, en la cual se quiso fomentar particularmente los aspectos de la resistencia, velocidad y fuerza  Los programas estuvieron bien elaborados, pero no pudieron ser llevados a cabo de la forma concentrada deseada en la fase final debido a las condiciones políticas particulares del país (…) El Salvador tuvo dificultades para llevar a cabo un programa de entrenamiento a largo, medio y corto plazo y se pudo preparar solamente dentro del marco de sus posibilidades«. Traducido: se prepararon como el culo, con partidos ante rivales medio huevo y de manera incompleta y parcial, y saliendo poco a conocer otras canchas. Entre su clasificación y se debut mundialista jugaron solo tres juegos preparatorios ante selecciones mayores (dos fueron ante sus archiconocidos Honduras y uno solo ante un europeo – Rumania – cinco meses antes del debut en Elche); de resto fueron ante clubes europeos – solo dos, el Racing White (¿ah?) de Bélgica y el Paris Saint-Germain, – y norte y sudamericanos como el San Lorenzo de Almagro por esos días en la B, Sport Boys, Ponte Petra o el Gremio de Porto Alegre. La mayoría de estos se jugó en casa, en el Estadio Cuscatlán.

La delegación salvadoreña en medio del cipote de viaje más largo que irse en bus de un lado a otro de Bogotá

El viaje al Mundial fue reflejo del mismo merequetengue que sufría el país en esos momentos: El Salvador fue la última selección de las 24 clasificadas en llegar a España, solo unos pocos días antes del debut ante Hungría (!!), y luego de un viaje de casi 72 horas con pernoctadas en el aeropuerto incluidas, que pasó por Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, Madrid y Alicante. La federación salvadoreña aportó a la moral general del equipo con más de sus brillantes decisiones, como alojarlos en un hotelucho en Alicante y enviar al Mundial no a 22 sino a 20 jugadores en la nómina, dizque porque «con veinte es más que suficiente» (!!!). El vapuleado portero Guevara Mora recordó años después: «Sacaron compañeros que estuvieron en todo el proceso para meter a amigos de la dirigencia al viaje, que dicho sea de paso ni fueron a los partidos y se fueron en un tour por Europa«. Unos amigazos los dirigentes.

En Alicante los centroamericanos recibieron más bullying de la vida al ver los bolsos que les dio la FIFA como dotación oficial: eran maletines y tulas sobrantes de los utilizados en el Mundial de 1974 (tenían el logo y todo). Y no solo eso – Diosito, para ya, por favor… – no tenían balones para entrenar, porque los que les había asignado la organización habían sido supuestamente robados en algún momento antes de su llegada. Entonces les tocó a los mismos salvadoreños ir a donde los húngaros – esos sí, en full entrenamiento con sus 25 balones asignados por la FIFA – a rogarles que les prestaran siquiera dos para poder entrenar. Con esos dos balones prestados, con el reloj biológico de los jugadores aún configurado con nueve horas de diferencia («La noche previa al debut no podíamos pegar los ojos y al mediodía siguiente nos estábamos cayendo del sueño«, contó después Guevara Mora) -, en un país extraño y alojados en un hotel de cuarta, la selección de El Salvador pudo entrenar recién un día antes de su debut mundialista ante Hungría….

Adiós a la inocencia

Tibor Nyilasi relajado tirando clase ante los salvadoreños Ventura (6) y Rivas

Dos días antes de su debut ante Hungría nadie de la delegación salvadoreña – ni jugadores, ni cuerpo técnico, ni los delegados que se habian ido a pasear por Europa – tenían la más mínima puta idea de cómo carajo jugaba su rival, o hasta quienes jugaban ahí. Todo lo que pudieron conocer fue a través de un video de un partido amistoso de los húngaros ante España, el cual tuvieron que comprarle a a última hora a un agente español y que observaron el día antes del encuentro. Aparentemente (eso declararon varios jugadores) el técnico Rodríguez concluyó que jugaban igualito al PSG que habían derrotado unas semanas antes en el Estadio Cuscatlán, por lo que la consigna era «atacarlos tanto como sea posible«. ¡Jaa! Así que para el partido ese 15 de Junio de 1982 en el Nuevo Estadio de Elche, el técnico salvadoreño mandó a la cancha un equipo bien ofensivo: Luis Guevara Mora; Mario Castillo, José Francisco Jovel, Jaime Rodriguez, Carlos Recinos; Jose Rugamas, Joaquin Ventura y Norberto Huezo; Ever Hernandez, Mágico GonzálezJosé Rivas. Tres en punta, con el 10 Huezo atrasito organizando y los laterales supuestamente apoyando. Los húngaros por su lado salieron con Ferenc Mészáros, Laszlo Balint, Imre Garaba, Gyozo Martos, Sandor Sallai, Sandor Muller, Tibor Nyilasi, Jozsef Toth, Laszlo Fazekas, Gabor Poloskei, Andras Torocsik. No eran Alemania o Italia, pero sí un equipo ofensivo y de buen juego, con un par de destacados a nivel continental y veteranos de Argentina 78: el volante Nyilasi y el delantero Fazekas.

Y desde el silbato inicial los europeos se fueron encima sin desesperarse pero con todas las ganas, confiados en que llegaría el gol en cualquier momento. Los salvadoreños se notaban en otra onda: quedados en lo físico, más lentos y con menos potencia que sus rivales, ingenuos y como desubicados. Pero de ninguna manera parecían taaaaaaaaan inofensivos y no estaban cagados: eran rapiditos, intentaban salir jugando y apostaban por el juego asociado para llegar al frente. Incluso antes de los tres minutos El Mágico González dio la primera muestra mundial de su clase: partiendo desde su cancha y pegado a la izquierda apiló varios húngaros con base en velocidad y habilidad, pero estaba solito y ahí se encerró y murió la jugada. En esas estaba el partido cuando llegó el 1-0 al minuto 3: córner provocado por Recinos, de la jugada se deriva otro tiro de esquina que cobra Fazekas, en el área está Tibor Nyilasi totalmente solo que cabecea al arco casi sin saltar, con los defensas salvadoreños mirándolo no más. 1-0 relajado.

Después del primero Hungría siguió yendo para arriba – se le notaba que en la cabeza tenía el buscar una buena diferencia de gol -, aprovechando el hecho que los muchachos de El Salvador estaban más desubicados que Maluma en los Premios Nobel: cada quien iba por su lado, todos se las arreglaban para hacerse en donde no estuviera el balón, y los defensas se la pasaban armando pasillos para los delanteros húngaros, que entraban facilito tocando de primera, siempre por abajo (casi nunca se aprovecharon del tema de la altura) y a velocidad. El único que respondía del sistema defensivo cuscatleco era «La Chelona» (apodo cacorro ese) Rodríguez, al que veías en todos los lados de la defensa, y cuando digo todos es to-dos: el pobre man se la pasó cubriéndole las espaldas a los compañeros y apagando incendios por cada lado de la cancha. Generalmente Hungría mandaba el balón por los laterales, siempre pegado al piso, con pelotazos al vacío que agarraban a los salvadoreños en orsái.

El Salvador seguía con su tónica de intentar salir jugando desde el fondo, pero el problema era que perdía seguido el balón ante la presión de los muy motivados húngaros. Además insistían con su estrategia de tener mucha gente arriba, con el detalle que no presionaban a los de rojo y estos podían salir más tranquilos que paraco en el sur de Córdoba y mandar el balón arriba a ver qué onda. Aún así de a poquito los salvadoreños comenzaron a emparejar algo el trámite, con Huezo construyendo desde el medio y el Mágico bien tirado a la izquierda, recibiendo y pasando con mucha clase el balón. De hecho a los 10 minutos el trámite estaba más o menos parejo, con los europeos ya intranquilos echándole ojo al Mágico y a sus triangulaciones con Huezo, Ever Hernández y «Mandingo« Rivas, que si este último en particular no hubiese sido tan horripilante alguna sorpresa se llevaban. Y qué vaina tan jodida: así estaba el asunto cuando a los 11 minutos llegó el 2-0 (no joda): van los salvadoreños emocionados atacando y en una de esas pierden el balón, los húngaros lo mandan por su izquierda, queda Gabor Poleskei en diagonal frente al portero Guevara Mora y este, con juvenil atolondramiento, le regala con moñito y todo su palo izquierdo, y por ahí la zampa el húngaro. 2-0 a los once minutos con dos errores salvadoreños. A los 23 minutos cae el tercero gracias a Laszlo Faszekas, que desde fuera del área le dio tiempo de mirar, meditar, analizar, revisar alternativas y después mandar un frutazo que se coló en el arco. 3-0 que no se movería en el primer tiempo.

Paremos acá un momento: entre el segundo y el tercer gol los húngaros continuaron atacando y el defensor Jaime Rodriguez siguió apagando incendios en todos los sectores. Pero ojo, que El Salvador no fue un cadáver ni mucho menos: continuaron yendo hacia arriba con ilusa alegría, atacando a los húngaros con mucha gente y llegando continuamente. Y no solo llegando sino generando opciones claras de gol: a los 15:00 el portero húngaro sacó a las apuradas un tiro en diagonal del Mágico González, que entre él y Huezo soportaron la mayoría del peso del ataque de su equipo. Y es más, y lo digo sin ponerme colorado (?): desde los 30 minutos del PT dominó El Salvador (así como lo lee, papá) y tuvo cuatro oportunidades de gol, tres con el Mágico (a los 33 y 36 se la sacó otra vez el arquero Mészáros, a los 40 se iba solito para definir y fue parado con una falta que hoy sería roja) y una con el horrible de Rivas (a los 42, solo frente al arco ante centro del Mágico – imparable – cabeceó con el hombro…). Tanto la movían que el público de Elche estaba emozionado y comenzó a cantarles «¡Salvador, Salvador!» para animarlos. Entonces, ¿por qué terminaron el primer tiempo perdiendo 3-0? Básicamente porque su defensa era un horror: sus bandas – sobre todo la izquierda – eran unas autopistas, el medio no paraba a nadie, todos estaban desubicados y yendo como locos hacia arriba. Esto último hubiese servido siquiera para apretar el marcador de no haber sido porque tenían adelante a un solo delantero de clase, que aparte no estaba fino en definición y que por ratos abusaba de la finta. Con otro delantero de nivel al menos del Barcelona – el de Guayaquil – el trámite se hubiese emparejado algo más y/o los húngaros no hubiesen podido salir tan impunemente desde abajo. Los de blanco seguían dando payaya, las pocas veces que los europeos llegaron post minuto 30 hacían apretar el culo a los salvadoreños, y de hecho el árbitro anuló mal – fuera de lugar inexistente – el que hubiese podido ser el 4-0 a los 38 minutos.

La jugada previa al gol mal anulado a Hungría en el PT, que hubiese sido el 4-0. ¡No era fuera de lugar, árbitro hijueputcszok!

Hungría comenzó atacando desde el inicio del segundo tiempo, pero rapidito El Salvador agarró la iniciativa y se fue al ataque, generando la quinta oportunidad de gol a los 48 minutos con – adivina quién – el Mágico (!!!!), al que se la saca el portero después de fabricarse la jugada él solito. El crack salvadoreño era una bestia, solo con falta lo pueden parar, pero la cagó con su insistencia en cobrar todo (mal) e irse para el frente sin esperar a algún compañero. Y a los 51 minutos la misma vaina del PT: con El Salvador llevando la iniciativa y las ganas, llega una jugada aislada de los húngaros en un contragolpe por su derecha, remate que rechaza mal un defensa y remacha Tóth. 4-0 en una jugada aislada que volvió a dejar en evidencia las cagadas defensivas de los centroamericanos: pero los muchachos nada que aprendían y siguieron yendo al ataque con toda la furia. Tres minutos después cayó el 5-0, con remate con la izquierda de Fazekas tras un tiro de esquina, que se metió por el palo de Guevara Mora. A los 64 minutos descontó El Salvador por medio del ingresado Luis Baltasar Ramírez Zapata (que lo celebró como si fuera el 4-3 al minuto 93 en la final por el título del mundo y la paz mundial), pero cinco minutos después, llegó el 6-1 por el ingresado en el ST Laszlo Kiss, que recibió sin presiones en el área un balón rastrero de tiro de esquina, se volteó y remató.

El sexto hundió a los salvadoreños, que en adelante ya se desfondaron moralmente: vino el 7-1 de Szentes un minuto después, el 8-1 y 9-1 de Kiss (a los 72 y 76 minutos) y el décimo de Tibor Nyilasi a los 83. 10 a 1, marcador de micro, récord de todos los mundiales y la selección de El Salvador que entró para siempre en el anuario histórico de temas para mencionar en tertulias futboleras.

https://www.youtube.com/watch?v=6NxVp8NbHt8

A los del tablero los agarró desprevenido el viaje de goles

¿Qué-fue-loque-pa-sóoo?

Viendo ese partido con detalle, y como explicamos más arriba, no era taaaaaaaaaan grande la diferencia entre las dos selecciones que jugaron esa tarde. Es decir: sí había una diferencia de nivel, pero no para hablar de diez goles de un lado contra uno de otro. Ahora, decir que fue un «accidente» también es echarse pajazos mentales: los salvadoreños dieron todas las gabelas posibles esa tarde para que los clavaran. En defensa no dieron más espacios porque la cancha no era más grande: parecían manes que recién se juntaron para jugarse una recochita sabatina. En los tiros de esquina fue más notorio este desubique pues nadie marcaba a los de rojo, que por arriba o por el piso ganaron casi siempre (cuatro de los diez goles se derivaron de tiros de esquina). Además siempre llegaron tarde a los cruces, y cuando lo hacían parecían pajeados: los húngaros generalmente o les quitaban el balón o les ganaban de puro cuerpo, de manera casi enternecedora y que hacía pensar en las difíciles condiciones alimenticias de la población centroamericana. Añádele a esto que el arquero Guevara Mora puso su granito de arena  en la goleada al regalar el palo en el 2-0 y 5-0,  no reaccionar a un balón rematado hacia sus pies en el 6-1 y rechazar al medio en el 10-1. En algún gol más pudiese haber hecho algo mejor, pero la culpa era más de los defensas que de él.

Antes que digas «¡este man qué! Dizque no había muchas diferencias pero describió fue puras cagadas de los salvadoreños» te digo aguanta, aguanta. Es que uno ve los errores de los muchachos de El Salvador contra Hungría y revisa los siguientes partidos contra Bélgica y Argentina y se da cuenta que algo anómalo pasó ese 15 de Junio. Para este humilde amateur aspirante a cronista de huevonadas, el resultado de esa noche de Elche es menos consecuencia de un nivel horrible y más de todo el autoboicoteo que se hicieron los salvadoreños en su preparación y en su viaje tan planeado como el carajo. Aquí especulo, pero es muy posible que si hubiesen llegado con mucho más tiempo a España, si se hubiesen quitado la buñuelada enfrentando a equipos europeos en amistosos, si hubiesen estado aclimatados y más despierticos para el debut, todo se hubiese resuelto con un, no sé, 4-0 o 5-0. Y digo «despiertos» porque se nota en varios goles cómo los defensas y el arquero se quedaban simplemente mirando con menos reacción que la economía venezolana; a esto le sumas la inocencia e ingenuidad propias de unos jugadores sin experiencia en partidos de este nivel, y listo: ahí tienes la masacre. Yo sé que estoy a dos pasos de ser espetado con un «si mi tío tuviera tetas no sería mi tía sino mi tío«, pero a lo que voy es a resaltar la gran manopla negra que los mismos salvadoreños se pusieron – 80% dirigentes, 15% y cuerpo técnico, 5% jugadores – y que resultó en este partido irrepetible.

El DT (el segundo de traje desde la izq), más aburrido que Rodrigo D

Contra Bélgica y Argentina los muchachos de El Salvador salvaron la patria con unos inesperados 1-0 y 2-0 en contra, que al menos sirvieron para no dejar una imagen de desastre total. Fue un respiro después del horrible debut, y más cuando todos daban por descontado que los belgas les iban a zampar no 10 sino 12. Pero tampoco es que se hayan hecho los partidazos del siglo: en ninguno de los dos encuentros estuvieron parejos a sus rivales, y tanto belgas como argentinos se cansaron de comerse goles. El asunto fue que para estos juegos, las ocasiones de gol en contra fueron menos numerosas que las que tuvieron contra los húngaros, y eso fue no solo debido a que ya estaban más en forma física y mental sino porque básicamente porque los muchachos de la ES se cerraron mucho más defensivamente y evitaron irse arriba tan alegremente como en su debut. Entonces pasó que, aunque el nivel de belgas y argentinos prevalecía, los regalitos fueron menos y por el mero hecho de haber menos oportunidades, solo recibieron tres goles en esos dos partidos. De hecho el de los belgas fue gracias a uno de los pocos errores de los salvadoreños en el partido: por cuenta del arquero Guevara Mora (inolvidable el mundial que tuvo…) que se confió en un tiro largo de Ludo Coeck pensando que la pelota saldría y no se arrojó. Y no, no salió la pelota…. Los de los argentinos fueron uno por penalty y el otro un golazo, pura virtud del gran Ricardo Bertoni.

Los medios y jugadores salvadoreños le echan bastante culpa del 10-1 al DT «Pipo» Rodríguez y su ilusa insistencia en ir al ataque. La verdá verdá, no sé qué tanto influyó esto en el resultado: al menos más que las cagadas de los defensores, no afectó. O sea, puede haber ayudado el tener más gente abajo para cubrir algo más los espacios, pero al final te das cuenta que de nada hubiese servido tener más gente defendiendo si todos andaban así de agüevados y lerdos. O sea, no es que los perdedores jugaron con dos defensas cual equipo de Juan Ramón Carrasco, sino que el DT armó un equipo ofensivo, en el cual los que se encargaban de defender tuvieron una tarde horrible. También hay que tener en cuenta que, por muchos momentos, El Salvador tuvo el gol madurito, mucho antes del descuento, y después también. ¡Si te digo que inclusive hasta con el 9-1 en contra seguían yendo para arriba con todo (por ratos se puede contar hasta ocho de blanco en campo contrario) en busca del gol, y casi lo logran! Con un delantero más respetable que acompañara al Mágico (que salvo el temita de la definición, jugó bastante bien esa noche), un par de goles más metian; nadie se acuerda del arquero húngaro pero Ferenc Mészáros se sacó al menos cinco tiros de gol. ¡Imagínate! Con el periódico del lunes es fácil hablar: me imagino si el DT hubiese salido a defenderse y le hubiesen zampado un 5-0, ¡cómo lo hubiesen matado – es un decir – en su país!

Gritó el descuento para un 5-1 más que Marco Tardelli su gol en el 2-1 de la final ante Alemania Federal

Después de este Mundial se conocieron otros detalles que parecen sacados del «Gran Libro del dirigente Lagarto colombiano latinoamericano«:  que a los propios jugadores les tocó comprarse la camisa que usaron con el traje para la foto oficial del equipo; que de Adidas el equipo recibió cuatro kits de uniformes blancos y tres azules para cada jugador, pero que los dirigentes se repartieron dos de estos últimos y por eso la selección no jugó con su tradicional color en el Mundial (los jugadores decidieron quedarse con la azul de recuerdo); que el último juego contra Argentina casi no pueden disputarlo porque se olvidaron las credenciales en el hotel (…); que cuando llegaron a Alicante se dieron cuenta que todos los equipos tenían regalos para intercambiar con los rivales y ellos no habían llevado ni mierda, por lo que le tocó al portero Guevara Mora cortar un trozo de madera de un pino y labrarle las letras de El Salvador, y eso fue lo que intercambiaron…

Y listo. El Salvador no se ha podido clasificarse a otra edición para quitarse el mal sabor de la boca y la esmerilada en el * que sufrió ese 15 de Junio de 1982. Para 1986, y con el 90% de la nómina que jugó en España, los eliminó Honduras en la fase previa, y para 1990 quedaron de últimos en la fase final en medio de la crisis por la guerra civil, que los obligó a jugar algunos partidos en Tegucigalpa. Y hasta ahí. El DT que los calificó a 1982 se retiró después de ese Mundial para dedicarse a su empresa de ingeniería (nada que ver con el partido: ya lo tenía decidido desde antes). Nada más qué decir: solo cerrar con algunas palabras que el portero de ese partido, Luis Ricardo Guevara Mora, dijo años después en una revoleada de caca de la que nadie se salvó:

  • “El detalle que más recuerdo es que los jugadores con más experiencia del plantel se quedaron callados en el momento más difícil, cuando perdíamos 10 a 1. Ellos eran los líderes, sus palabras eran órdenes, y cuando más los necesitábamos nos quedamos sin brújula”.
  • “A seis minutos del segundo tiempo, desde el banco de suplentes me informaron que me iban a cambiar (…) Pero el cambio nunca se realizó. Después supe que el arquero suplente, Julio Hernández, se negó a reemplazarme por temor al ridículo”…
  • «A esa altura del partido, el apoyo inicial que nos dábamos entre los compañeros se había transformado en insultos y reclamos. Pero los reproches no eran para mí sino que se cruzaban entre todos. El equipo estaba descontrolado y nervioso”
  • “… no tengo por qué pedir perdón, ni disculpas. ¿Qué hace un cipote [muchacho] de 17 años [según la FIFA tenía 20] clasificando una Selección al Mundial…? Cargando con el peso del equipo. ¿Qué hace un «cipote» («muchacho») de 18 años jugando en el Mundial, salvadoreño, no brasileño ni argentino, y además portero?”
  • “En esa Selección también estaba Jorge (González), Norberto Huezo, Jaime (Rodríguez)… la gente sólo me recuerda a mí, pero éramos once en la cancha.”
  • Lo que me dolió fue la reacción de todo el país a nuestro regreso. En las eliminatorias yo recibí un solo gol y mi actuación fue la matriz del pasaje a España. Después de los diez goles, me convertí en el enemigo público número uno y en el peor arquero de la historia de El Salvador.

18 pensamientos sobre “Partidos, Partidotes y Partidazos: el demoledor Hungría 10 – El Salvador 1 de 1982, o “La Masacre de Elche”

  1. Gran post maestro. De esas grandes historias que adornan al fobal. Tremendo era el Mágico. ¿A Mandingo lo vieron meando para ponerlo en ese equipo? (?)

  2. Excelente post Maestro YSEC, que en 1982 ya tenia 8 años !!!!, osea que en 2017, jijiji !!!!!, seamos serios (?).
    Pensé que nos iba a contar alguna de las cosas del porque el cambio de «El Mago» a el «Magico» González, porque en el Cadiz es ídolo a pesar de ser una especie de Romario con el Tino en eso de actividades recreativas.
    Me imaginó que en este post magnificó vendrán goleadas así del tipo como Argentina vs Serbia y Montenegro 2006 (Ese 6 – 0, fue muy raro), Bra7il vs Alemania del mundial pasado, el Uruguay vs Ghana 2010 Con handball Suárez, Italia vs Argentina 1990 – con arbitro comprado y perdieron los tanos, El dolor de Brasil vs Italia 1982 que es para analizar bien ese partido porque pasaron muchos detalles tácticamente que en su momento se paso por alto …… y pues bueno, un poco para jodernos la existencia, sobre el archiconocido Colombia vs Rumanía 94 y 98 o contra Alemania y Camerún 90 o contra Brasil para debatir la pregunta que resuelve la incógnita del sentido de la vida, el universo y todo lo demás, era o no gol de Yepes ?

    1. Jajajaja, sí señor, si hace las cuentas ya habrá adivinado mis 34 años de edad (?).
      ¿Por qué «El Mago» a «El Mágico»? ¨¡Ahh, españolicosas!
      Gracias, llave.

  3. Muy interesante post Maestro.
    Una sugerencia, sería mucho pedir que realice el mismo ejercicio con un partido de Argentina de 1986, a ver si se destierra de una vez por todas eso de «El Diego lo ganó sólo».
    Saludos.

      1. De nada Máster, o sea yo por edad, de Maradona nada más que el sustancioso(?) festejo de su gol ante Grecia en el 94. Así que como yo alguna vez dije, «escuchaba a mis mayores hablar de Maradona, y me quedé con Baggio, Stoickov and Hagi».
        Saludos.

  4. Increíble post, Master. Nunca me había empapado de lo sucedido en esta tragedia (?), por fin entiendo muchas cosas de ese partido porque no deja de ser raro eso de que se comieron 10 con Hungría y solamente 2 con Argentina y 1 con Bélgica. Eso sí que siempre me llamó la atención.
    Qué crack que era ese Mágico y Gonzalez, y qué mierrrrrrrda de situación se vivía en El Salvador. Pobre gente, definitivamente estos países de acá son muy pecuecas (Colombia incluído).
    Saludos

  5. Me equívoco ¿o el heroe silencioso de Brasil 2014 para los brasileros fue El Salvador?, ósea, no es la mayor goleada ese 7-1 porque el salvador recibió esa bala (??) en España. El nombre de ese país es entre irónico y satírico, elija usted.

  6. Hablé muy pronto, revisando el interné hay marcadores mas abultados que el 7-1, aunque podría decir que no en la misma fase, pero como no todos los mundiales han tenido la misma estructura… pues a la mierdas!!!, que opiné primero e investigué después.

    1. Hay un 8-0 de Suecia a Cuba en los cuartos de final de 1938, pero como dices, fue un Mundial que empezó con los partidos de octavos (así de terrible debió ser Rumania, eliminado en esa fase por los de la isla).

    1. Compa, se le agradece el comentario. Pero era mamando gallo: estaban en España, por eso lo de «Tanto la movían que el público de Elche estaba emozionado»…
      Era un chiste, si me tocó explicarlo, es porque es malo.

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