Compendio de apodos de jugadores del fútbol colombiano – Vol IV: Colombianísimos/inclasificables

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Del glorioso, amplio y digno de un estudio doctoral mundo de los apodos del fútbol colombiano ya nos hemos ocupado debidamente en este sitio refugio de almas atormentadas y pueriles, en respectivos textos dedicados a los del reino animal, a los de personajes reales o de ficción y a objetos inanimados. Llegó el momento de reseñar esos que son medio inclasificables pero que suenan más a colombiano que cuando se escucha la noticia que agarraron en Buenos Aires o Lima una banda de extorsionadores.

Como decía, apodos de origen colombiano o vagamente clasificable

Uno de los apodos más sabrosos que se escuchaban en los ochenta era el de Guillermo «Efectividad» Serrano, delantero samario habitual por muchos años en el Ciclón y en el Deportivo Cali (cuando se iba de uno pasaba al otro, y así). Digo «sabroso» porque uno en la Costa relacionaba el «Efectividad» a un saludo ochentoso ya extinto equivalente al «bacano«. Pero resulta que el mote no le vino por ahí sino por un comentarista de su tierra llamado Joaquín Sierra Silva, que lo vió jugar en la selección Magdalena y le puso así porque era efectivo en las redes… cuando supe esto se me desmoronó mi mundo de historias de la infancia…

El volante de Cartago (Valle) Hernando «Cocho» Patiño campeón con Tolima (maldito seas Almirón, dañaste un montón de chistes que podíamos decir acá) y Cali tiene un sobrenombre bastante indescifrable, cuyo origen este humilde autor de vainas que no lo hacen millonario encontró que se refiere dizque a que de niño no le gustaba el sancocho (…). Aparte de que esta versión es más acomodada y rebuscada que la «La Casa de Papel«, no se explica cómo un ser humano de bien, sea cual sea su edad, tenga aversión por esa delicada creación culinaria llamada sancocho… seguiremos investigando.

Julio César «El Mechas» Sarmiento fue un rupestre pero dedicado – a los tobillos contrarios – central del Bucaramanga, Deportivo Cali, Quindío y Tolima, entre otros, de principios de los 90. Del por qué del apodo no hay si no que mirar la foto para entender su origen: la típica melena + incipiente y amenazador bozo del central o volante defensivo promedio de equipos pequeños del fútbol colombiano ochento-noventoso. Uno lo recuerda más por lo de «Mechas» que por su carrera en las canchas, al contrario del nacido en Amagá (Antioquia) pero criado en Cali Guillermo «El Teacher» Berrío, toda una institución en el Atlético Huila que ascendió y se mantuvo en la A por esos mismos años. «El Teacher» debutó para el fútbol en el América pero no se consolidó en el primer equipo y de ahí pasó por Pereira, Bucaramanga y Cúcuta antes de caer en la recién nacida Copa Concasa: primero en el Dinastía de Riosucio y luego al Envigado. De ahí se fue sin mucho brillo para el Atlético Huila, pero con los opitas se relanzó la carrera al ser fue figurón y clave para el primer ascenso en 1992. ¿Por qué lo de «Teacher«? Porque cuando jugaba de pelao en Cali un compañero lo bautizó así por la manera en que movía la pelota. O sea, el propio Teacher, ¿me entiende?. El apodo pegó tanto que hoy hasta la señora en la casa debe decirle así a la hora de llamarlo a almorzar, y creo que ni su papá debe saber que se llama Guillermo…

Del origen de lo de «Caracho« para el talentoso y cerebrrrrrral Álvaro Domínguez solo sé que le viene de familia: a su abuelo y a un tío (y CREO a su papá) también les decían así. Lo del clásico central samario del Unión y el DIM Víctor «El Chino» Gonzalez Scott se explica solito viendo la foto: parece Fú Manchú el hp. El mismo central contó que fue el narrador Jorge Eliecer Torres – sí, el mismo de «Yyyesa, esa era la jugada» que viéndolo jugar en Santa Marta se la pasaba diciendo en las narraciones «La lleva el Chino, venga esa mano mi hermano«, o «Anotó el Chino, pa´lante es pa´llá«, o «Gol del Chino, Santa Marta, aquí está tu hijo» y Chino por aquí y Chino por allá, y Chino por acullá, de tal modo que se rebautizó y por decantación ya lo conocemos así. El tercero de la foto de arriba no es muy conocido hoy, pero fue habitual en el arco del Unión Magdalena setentoso: Maximiliano «Chimilongo» (!!!!) Robles, cuyo gloriosísimo apodo le viene también como al Caracho por tema familiar, en este caso un abuelo al que le decían así. Y cuando veas la foto del último te tienes que poner de pie y quedarte así en respeto a un prócer: John Javier «Choronta» Restrepo, gloria histórica del equipo más hermoso del universo, cuyo sobrenombre tiene una historia bien agarrada: se lo puso un vecino del barrio por alguna razón que nadie en el mundo conoce, porque al tiempito de llamarlo así, se murió (!!!). Tipo tan de malas…

El lugar en el mundo para el samario Luis «La Puya» Zuleta era el Unión Magdalena en general y el Eduardo Santos en particular; y de eso nos dimos cuenta los hinchas del DIM cuando lo trajeron para el equipo en 1998, luego de dos años en los que fue la zenzazión del fútbol colombiano llenando de goles y dejando la cancha llena de rivales desparramados con el Ciclón Bananero; tanto que hasta coronó selección Colombia en la Copa América de 1997 -. Total que cayó al Poderoso en medio de muchas expectativas y le fue horrible (qué raro que nos pasara eso), pero cuando te digo horrible es horroroso, al nivel de «Jajajaj, te acordás de ese petardo dizque «La Puya», qué gonorrea ome gonorrea ome».

El paso por el Medallo inauguró un resto de carrera que podemos resumir más o menos como Unión – XXX- Unión – XX -Unión – XX- X- x – x – Retiro, en la que no sé cómo hacia pero siempre terminaba volviendo a Santa Marta, y siempre rendía allá el hp, y de vez en cuando se encargaba de recordarnos que pasó por el Rojo metiéndonos algún gol. El origen del apodo me he cansado de buscarlo por todo lado, pero supongo que algún narrador le colocó así por lo incisivo y punzante que era en la cancha.

Luis Alfonso «El Bendito» Fajardo es uno de los nombres que aparecen a los 4.2 segundos al hablar de la época en que dejamos de ser a nivel de selecciones un Bolivia o Venezuela para volvernos un… bueno, Colombia. Volante ofensivo oriundo de Medellín, de juego sumamente ochentoso (no sé si me explico) y medio pachocho, pero con buen pie y rendidor en su buena época; jugó casi toda su carrera en Nacional además de breves pasos por Once Caldas, Huila y el Poderoso DIM ya a punto de retirarse. Muchos lo recordamos con la selección Colombia de Pacho Maturana y su especialidad Pass-and-Fall: esa jugada en la cual metías un pase corto que podía culminar en el compañero o el contrario pero siempre terminaba con el autor en el piso. Supuestamente su apodo se lo colocó el conocido Gritador narrador antioqueño Múnera Eastman porque decía que tenía algo divino (no «diviiiinoooo» sino «sagrado«) que cuando entraba se arreglaban los partidos, pero siempre entendí que traía el apodo desde su casa, o sea que la historia no cierra… ¿Puede ser que tenía pegada la expresión «¡Bendito!», el equivalente a «¡No joda!» de las veredas antioqueñas? Ni idea, lo que sí te puedo decir es que afortunadamente no surgió por estos días sino le decían Luis Alfonso «El Bendecido y afortunado» Fajardo.

Sigamos: «Ganiza« es Carlos Ortiz, del que le heredó el apelativo su hermano Juan David «Ganizita», volantes centrales del Medallo de finales de los dos mil, y que le viene por su entrega, sacrificio y ganas en la cancha. El delantero santandereano Alfredo «El Pirata» Ferrer salió del Bucaramanga de principios de los 80, rindió bastante como para ser contratado por Millonarios e ir a la selección Colombia en varias ocasiones, y previo paso por Tolima, Quindío y Cali terminó haciendo goles en el fútbol venezolano (el ya desaparecido Maritimo, Lara, Llaneros de Guanare y Caracas F.C.). Estando en Millonarios un narrador bogotano supo que Ferrer en sus tiempos en Bucaramanga jugaba partidos en torneos piratas para completar pal mes, y lo bautizó así. ¿Qué más colombiano que apodarse «Pirata» con la connotación de «Ilegal»? Y lo de Carlos Adonay (en serio) «Sensación» Acevedo le viene de Paché Andrade, que bautizó así al volante creativo surgido en Millonarios a principios de los dos mil.

Desde Memuerde hasta El Cucho, pasando por Champeta

Este es por allá del Triásico tardío, pero para mencionarlo por lo rebuscado del apodo: Rigoberto «Memuerde» (!!) García era un delantero de los años 40 que jugó en Junior y que hizo parte de la selección que participó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1946. Varias fuentes consultadas en ese templo del saber que es interné dicen que le decían así porque mandaba más dientes que una pelea de perros, pero según esto le colocaron el sobrenombre porque en un partido le mandó un mordisco – al parecer involuntario, pero dime cómo muerde uno sin culpa a otro cristiano – a un jugador del América. Sea lo que sea, clasifica entre los apodos más notables de la historia del mundo mundial. Otro veterano, pero más reciente, es Oscar «El Cucho» Quagliatta, delantero-media punta uruguayo muy voluntarioso que cayó al Cali de Guigo Mafla, Ricard, Walter Escobar, el gran (de pie, no joda) Oscar Alexánder Pareja, el inmenso «Pelusa» Pérez (ahora sí, siéntense), Miguel Marrero y compañía del Pecoso Castro de 1995-96.  Lo de «Cucho» le viene no solo porque cuando llegó a Colombia tenía 30 años y varias temporadas guerreándola en clubes pequeños de su país y de Chile, sino porque en serio tenía una cara más del Jefe de Recursos Humanos de la empresa donde camella uno que de futbolista profesional. Pero mal no le fue por acá, aunque no duró mucho porque le armaron sindicato los compañeros… qué raro encontrar casos de esta índole en la noble profesión de futbolista…

Del arquero vallecaucano Hernando «La Pinta» García, con pasos por el Deportivo Cali, DIM, Quindío o Pereira en los años 70 y 80, entre otros, no agarré el dato del por qué le decían así. Supongo que andaba bien vestido, yo qué sé… en cambio de Iván «El Champeta» Velásquez sí tenemos el Dátolo: resulta que cuando jugaba en el Tolima fue a un programa de radio de Ibagué con su parcero, compañero de equipo y para rematar paisano (cartageneros ambos) Elson Becerra, para una entrevista, hablar del equipo, de ellos y hacer  el oso como normalmente pasa en esos cosos. Por algún motivo surgió el tema de la champeta (de este tipo) y los futbolistas se dejaron llevar (?): Elson Becerra se puso a tirar pases de baile (no sabemos si utilizó como compañera a alguna periodista del programa) y nuestro homenajeado se puso a cantar. Total que el que terminó con el apodo, gracias al periodista del programa, fue Iván Velásquez, quesos  después contó que «Ese apodo era para Elson. Él sí era champetúo». Viéndolos jugar en la cancha, sí: por su ductilidad «Champeta» Velásquez daba más para poguear que para champetear…

Pocos jugadores sacaron más canas a la afición del Poderoso como Darío «El Chusco» Sierra, un calidoso que se ganó algo injustificadamente la fama de petardo porque aparecía una vez cada 4562 partidos: se jugaba un partidazo de crack que lo emocionaba a uno para después hacerlo estrellar con la gris realidad. Comparte el destino de varios acá: nadie sabe quién es Darío Sierra pero si tiras «El Chusco Sierra» 9 de cada 10 lo agarran. El apodo le viene de pequeño: su mamá le decía así dizque porque era muy lindo (!!!). No hay más que ver la foto del Chusco para darse cuenta que el amor maternal es más fuerte que la gravedad.

Bonus track

Para cerrar este artículo mencionaremos a dos que no han sido fáciles de rastrear pero que merecen al menos ser mencionados: uno es Oscar «El Divino» Duque, volante ofensivo habitual en el Cúcuta ochentoso, del que no sabemos mucho de su carrera aparte de lo que aparecía en el Motilón. Por el apellido y el apodo (por la novela de Gustavo Álvarez Gardeazábal, ¿sí pilla?), pinta que el hombre es de Tuluá. El otro es uno del que no tenemos ni su foto ni detalle de su trayectoria pero que vale la pena acordarse de él: Hernán «Chichigua» García, delantero que pasó sin consolidarse en Cali y Bucaramanga. ¿Por qué lo de «Chichugua»? Ni idea tampoco, me pinto a que era un man bien bajito… pero se ganó la inmortalidad con ese apodo…

16 pensamientos sobre “Compendio de apodos de jugadores del fútbol colombiano – Vol IV: Colombianísimos/inclasificables

  1. Dice un «reconocido» diario colombiano que les decían «caracho» porque para la familia esa palabra significaba «persona fuerte, con carácter, con ganas de combatir retos y superarlos». Sinceramente no sé si poner el (?)

  2. Una vez más, gran post troesma. Aunque por ahí faltaron algunos apodos que más o menos hicieron las delicias de chicos y grandes, como por ejemplo Freddy «el totono» grisales (esta es la hora que sigo sin saber que carajos es un totono, lo asocio como una especie de totuma o un recipiente concavo, como la cabeza del susodicho), David «el meneito» Mendoza, Bernardo «cuntaquinta» redin aunque a este prócer del Cali ochentero también le decían «el benny» redin, o el «tyson» Hurtado, o «el misio» Suárez que jugó en el Caldas y tuvo un breve paso por el deportivo Cali, o el tremendo apodo que le puso Carlos Julio Guzmán a un jugador de millos llamado Alex Daza aka «el goleador de la década» porque hacía un gol cada 10 partidos, a Miguel Marrero recuerdo que le apodaban «morrocoyo» aunque también le decían «Don coraje» Marrero porque pa qué, el Man voluntarioso si era y le metía polenta a la vaina pero era muy muy limitadito y metía un buen centro por cada diez incursiones en el área rival, dejando un boquete atrás más grande que el descalabro de hidro ituango y por donde generalmente el rival de turno terminaba haciendo daño. Habría que mencionar también a Oswaldo «el nene» Mackenzie, gran jugador del júnior noventero pero que cuando era disque juvenil sub 20, la cara lo delataba y a leguas se le notaban los 30 y tantos años que realmente tenía. Hay muchos que se nos quedan en el tintero, pero el que más me conmovió fue el apodo de un Man que ni siquiera era futbolista profesional, por allá en 2004 estaba yo clavado para un diciembre haciendo un trabajo en una empresa por allá en el parque industrial de puerto Tejada, Cauca. En aquella empresa se jugaba el torneo clásico decembrino que se organizaba para los empleados, recuerdo estar viendo la lista de «convocados» por cada área de dicha empresa (que como era de esperarse de ponían nombres de equipos internacionales como Juventus, Manchester, Real Madrid, etc.) En uno de estos estaba este nombre y apodo, pillen pues: Rubén «la magia» Morán, sobra decir que me recorrieron escalofríos y espeluznos por todo el cuerpo al ver semejante apodo, ese man debe, no, tiene que ser un crack!! Pensaba yo. No dormí esa noche pensando y divagando en porque diablos un Man con semejante apodo tan brutal no haya llegado al profesionalismo, y me lo imaginaba en ese torneo regando su magia por todo lado y dejando boquiabierta a la multitudinaria…lástima que nunca supe si era un jugadorazo o no porque a los días me tocó volver a Cali a la oficina y no pude ver ese torneo…

  3. Señores doctos (¿?) y eruditos (!!!), soy nuevo como posteador, pero les quiero aportar que en este articulo en la web
    https://www.publimetro.co/co/opinion/2013/09/30/apodos.html
    En el cual hay muchos más apodos referenciados, algunos tan majestuosos como Amado ‘Gandhi’ Rodríguez, Orlando ‘Caricias’ Rojas o como (de pie todos yaaa): Guillermo «El Mánimal» Cortés… súper grosso…. solito éste último merece post propio acá, digo yo….

  4. Buenas tardes, me gustaría saber el origen de los siguientes apodos:
    1. La cachaza Hernández
    2. El piripi Osma
    3. Miyuca Mosquera
    4. Chigüiro Benítez
    5. El misio Suárez
    6. La brocha Vidal
    7. El pipa de ávila
    8. El panelo valencia
    9. Alpinito carrillo

  5. CUANDO FAJARDO ERA NIÑO, LA MAMA NO LO DEJABA IR A FUTBOL SI NO LA ACOMPAÑABA PRIMERO A MISA O A LOS REZOS, POR ESA RAZON, LOS AMIGOS DE LA BARRIADA LE COLOCARON «BENDITO»

  6. El buho Irigoyen hacia goles de noche. El «maestrico»arboleda.El bufalo de san luis Funes. El caballo Lorea. El tigre benitez. La fiera caceres. El pajaro juarez. El alcatraz garcia. El flaco,el obelisco landucci. El rifle andrade. El oso segovia. El mudo torres y el ñato torres. El pescaito calero. El pato colman..etc. etc

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