Parece que, contrario a la mayoría de relatos históricos y periodísticos que se conocen, en 1892 se jugó un partido de fútbol en Bogotá y se publicó el primer reglamento de este deporte en el país. Pasó hace 125 años sin que nadie lo celebrara.

Según unos olvidados registros de prensa, aquí se jugó un partido de fútbol hace 125 años

No es lo mismo hablar de la centenaria historia del fútbol en Argentina, Brasil o Uruguay, donde la llegada de este deporte se incorporó rápidamente la cultura local. No, en Colombia el gusto por la pecosa fue una historia lenta y accidentada, con orígenes tan nebulosos e inciertos como la incertidumbre de cuándo se fundaron sus clubes, quiénes ganaron las primeras competencias del amateurismo o por qué nos tardamos tanto por acá en competir sin complejos contra los rivales extranjeros. Hablar, pues, de los más remotos orígenes del fútbol en Colombia, es un trabajo de arqueología donde la cantidad de información extraviada y confusa no nos permite hacer afirmaciones concluyentes.

Durante generaciones el debate sobre los orígenes del fútbol en el país ha sido una disputa entre ciudades: Barranquilla en 1903 o 1904Santa Marta en 1908 y Pasto en 1909 han solido exponer algunas de las referencias más antiguas sobre el primer lugar donde se trajeron balones, reglamento y personal extranjero que practicara las reglas de la Football Asociation. Pero a pesar de las diferencias cronológicas, no es descabellado adjudicarle la paternidad a las tres ciudades, ya que su controversia refleja una característica histórica del país que al iniciar el siglo XX recibía al balompié: un territorio fragmentado e incomunicado, donde la importación o la creación de una práctica cultural o productiva escasamente tenía impacto más allá de la esfera regional donde esta aparecía.

Así se han solido escribir las historias sobre los orígenes del fútbol en Colombia, con textos que reivindican cada uno su versión de los hechos. Lo justo, sí, sería decir que todos tienen razón, pues en medio de tanta incomunicación, cada practicante de fútbol en los primeros años del siglo pasado partía de cero entre su comunidad, sin copiarle nada a lo que pudiera hacerse en otra parte. También es probable que ninguno de estos ancestros comunes del fútbol colombiano supiera que en 1892 ese deporte ya se había jugado en el país.

Lo que pasa es que este juego se hizo en la cancha más inusual, con los jugadores más improbables, con el pionero más insospechado y con el espectador menos futbolero posible. Ocurrió en el patio de un viejo convento colonial, el equipo eran los cadetes de un país sin ejército, su mentor era un militar estadounidense y su primer espectador fue un presidente más interesado en la poesía de Virgilio, el rezo del rosario y la censura de periódicos que en el deporte.

Los ejercicios del Coronel Lemly en la Escuela Militar (1884). Aún no llegaba el fútbol, pero ya teníamos a «El Polaco» Escobar y a Gildardo Gómez haciendo preparación física…

La cancha y el “profe”

Sobre la actual Calle 7, demarcando el fin del Centro Histórico de Bogotá corría hace 125 años el río San Agustín, llamado así por el claustro que en su orilla sur construyeron los frailes de esa comunidad del que hoy solo queda su iglesia barroca. A su derecha quedaba el convento, ocupando toda la manzana donde hoy se erige el Ministerio de Hacienda.

En esas estamos cuando los promotores de la Constitución de 1886, en su deseo de reorganizar el estado colombiano, emprendieron la necesaria e inacabada tarea de crear un ejército profesional y permanente, para reemplazar a las montoneras armadas en la guerra civil de turno, cuya única lealtad la debían al cacique político que las había reclutado. Para ese fin se estableció el viejo Convento de San Agustín como sede para una futura Escuela Militar. Se inscribieron los primeros cadetes y para su formación, se importó a un oficial del ejército de los Estados Unidos: el coronel Henry Rowan Lemly, un polifacético personaje que combinó la milicia con la literatura y de cuya pluma se conocen los detalles de la muerte del legendario jefe sioux Caballo Loco.

Este militar gringo vino al país por primera vez en 1881, como profesor de la Escuela de Ingeniería Militar, donde expuso la importancia de la educación física en la preparación de los uniformados, experiencia de la cual publicó un instructivo en Nueva York tres años después, con el objetivo de que sus prácticas fueran enseñadas en otros lugares y ámbitos para asegurar “un cuerpo bello, sano y feliz”. Aquel folleto, dedicado a sus cadetes de Bogotá, bien puede incluir algunas de las referencias escritas más antiguas al boxeo y la gimnasia moderna que se conozcan en Colombia.

Una década después, Lemly estaba de regreso en Colombia entrenando a sus nuevos pupilos en pruebas de atletismo. El historiador deportivo Ricardo Ávila Palacios citó en 2012 una nota del diario El Correo Nacional, publicada el 23 de mayo de 1891, según la cual, en un programa formativo que incluyó la práctica de atletismo y tenis, los cadetes de San Agustín hicieron rodar un balón de fútbol en suelo colombiano varios años antes de que don Arturo de Castro trajera el fútbol a Barranquilla:

«Pronto pondrán otros juegos de pelota al aire libre, tales como el foot ball, que tanto conviene al desarrollo físico»

Un año después aparece una referencia escrita mucho más detallada sobre aquel juego de pelota al aire libre que el coronel Lemly enseñaba. Apareció en El Telegrama, publicación pionera del periodismo noticioso en Colombia, el 21 de junio de 1892:

«El balón o foot ball, como dicen los ingleses […] El señor coronel Lemly lo acaba de establecer en la Escuela Militar».

Acto seguido, el periódico trascribe las 14 reglas originarias que treinta años antes acordaron los señores de la Football Asociation en Londres. Como complemento a esta nota, el historiador Enrique Santos Molano menciona que al otro día de la histórica publicación, es decir el miércoles 22 de junio, se celebró un partido en San Agustín, con la asistencia del vicepresidente electo Miguel Antonio Caro ¿Juego a puerta cerrada con un DT gringo y jugadores bogotanos? Ya podemos entender por qué al fútbol colombiano le fue cómo le fue durante durante las siguientes siete décadas…

Hablando en serio, hay circunstancias que nos explican por qué el primer partido de fútbol que se documenta en el país fue un evento restringido y fortuito, en el cual coincidieron personajes que poco relacionó la historia con el deporte. Al espectador lo entendemos por el interés del gobierno en verificar la labor de la misión militar que acababan de contratar para el mejoramiento de su precario ejército, el cual iba a ser comandado por los pupilos que aprendían educación física. En cuanto al promotor, no es de extrañarse que un militar gringo hubiera elegido el fútbol dentro de su programa educativo, dado el sorprendente desarrollo que este deporte tuvo en el país del norte hasta 1930.

El nuevo siglo

Falta todavía mucho, casi medio siglo, para que entendamos al fútbol como un espectáculo de masas. Aquí lo que tenemos es una actividad de la élite que temporalmente coincidió con el proyecto educativo del estado. El fútbol llegaba a Colombia hace 125 años, junto con el tenis y las reglas modernas de la gimnasia, el atletismo y el boxeo, como una manifestación del lugar que la educación física estaba ocupando en la vida cultural y política del país.

Siguiendo esa línea, los hermanos Obregón y Samper Brush escribían un nuevo episodio en la Bogotá de 1902, mientras la mayoría de los cadetes de Lemly se distraían en el deporte habitual de la élite colombiana del siglo XIX. El 21 de junio de ese año apareció un nuevo reglamento de foot ball en el diario bogotano El Nuevo Tiempo, donde nos enteramos de la flexibilidad con la que se practicaba, al mencionar una pelota ovoide, la formación de los jugadores en círculo, la posibilidad de jugar con equipos de hasta veinte jugadores y un campo que si se deseaba, podía ser hasta de 150 metros, es decir, una cosa más cercana al rugby:

Un reglamento en el que se confunden las reglas del rugby con las del Football Association (Bogotá, 1902)

Sin embargo y volviendo al historiador Santos Molano, parece que la excusa de esa publicación fueron los partidos que algunos miembros de la aristocracia capitalina disputaron durante septiembre de ese mismo año, generando un entusiasmo que llevó al trazado de una cancha en el actual sector de Teusaquillo y a la redacción de la primera crónica futbolera que se conoce en Colombia. A pesar de las reglas que previamente se publicaron, la prensa insinúa que se disputaron tres partidos de algo que podemos identificar más como balompié: un goal-keeper, un forward y (como dirían los gringos en la burla de marras) pocas anotaciones.

Sin embargo, el interés se apagó pronto y los periódicos de la capital dejaron de cubrir para la posteridad estos primeros intentos por hacer balompié en el país. Con mucha mejor suerte la pelota correría en 1904 en Barranquilla, cuando Arturo de Castro llegó a la ciudad con balones y un reglamento luego de estudiar en Europa, iniciativa de la cual se fundaría cuatro años después el primer club de fútbol de la ciudad. La historia primigenia se reescribió en 1909, cuando marineros ingleses y obreros colombianos coincidieron en Santa Marta para disputar el primer partido en la historia de la ciudad, justo un mes antes de que los trabajadores de una sombrerería pastusa improvisaran una cancha en la Plazuela de San Andrés…

El camino fue muy lento, muchísimo más que en otros lugares del continente, pero pronto la difusión del deporte entre los sectores populares y los aportes insospechados de la prensa escrita y la radio escribirían una historia distinta. Casi nadie se enteró que había llegado a Colombia, pero hace 125 años ya teníamos fútbol, o al menos la semilla de una práctica que un par de generaciones después se convertiría en uno de nuestros principales espectáculos de masas.

Fuentes primarias: El Correo Nacional, El Telegrama y El Nuevo Tiempo (Biblioteca Nacional de Colombia).
Foto: Google Maps.

7 pensamientos sobre “Bogotá, 1892: ¿125 años de fútbol en Colombia?

  1. Macabro este post, Felo. Jamás lo imagine. De igual modo en mi cerebro costeño (?) primará la informacion de que por acá entró el deporte rey del mundo y del país.

  2. No importa cuanta «historia» le quieran dar al balompie muisca y cuan atras lo hagan aparecer, lo nuestro no es el futbol, es el tejo. Al que le duela, que se sobe.

  3. Dice el pie de foto: “Pronto pondrán otros juegos de pelota al aire libre, tales como el foot ball, que tanto conviene al desarrollo físico”, y en el texto de la imagen se lee hasta «como». ¿Cómo es posible que le recorte lo principal, el tema del artículo, que está desde el título?

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