Postales de un pasado no siempre bacano pero sí al menos inocentón: la selección Colombia sub 17 campeona sudamericana de 1993

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Hace mucho, mucho tiempo, nuestro país paría, deliraba y se emocionaba hasta las lágrimas con las actuaciones de los seleccionados de categorías menores. Sí, en serio, no hablo paja, lo juro por el Espíritu_Santos. Podía ser por mera hambre de triunfos – recordemos que a principios de los 90 apenas dejábamos de ver a la selección mayor como una coleccionista de cagadas -, o tal vez era por la inocencia propia de la generación que creció viendo «Animalandia«; el caso es que los partidos y suerte de los seleccionados sub 20 e incluso los sub 17, eran seguidos con mucho fervor por toda la afición futbolera nacional, y hasta por la no-futbolera (tías, la novia, estudiantes de sociología, cosas así). De hecho los sudamericanos de la categoría eran televisados religiosamente por los canales nacionales, y no solo los juegos de la selección; eran partidos que uno se veía con los amigos con bastante interés, especulando quién de los Ronaldos, Adrianos, Aguinagas, Leo Biaginis, Goicocheas, Rubén Sosas y otros iba a ser figura mundial, y en los que inevitablemente surgían los comentarios de extrañeza al ver las tribunas vacías en los estadios de Mendoza, Antofagasta, Ambato, Luque o cualquiera de las sedes de los torneos de la época. Contrasta todo lo anterior con estos tiempos de hoy, en los que lo más que genera un Sudamericano sub 20 o sub 17 en el grueso de la afición es una cordial indiferencia, o máximo un «¿si pillaste que quedamos campeones sudamericanos  sub 20 ayer?» soltado en medio de una cerveceada de fin de semana.

Es por esto que el título sudamericano de nuestra selección sub 17 de 1993 es bastante recordado entre los sub 40, que vivieron como un acontecimiento las pilatunas (?) de los pelaos de la categoría en el torneo celebrado en Colombia ese año. Comenzamos ese campeonato arrasando en primera ronda: victorias ante Perú (2-0), Ecuador (4-1), Venezuela (2-0) y Argentina (2-0). En el cuadrangular final perdimos fuelle pero igual nos alcanzó para quedar campeones con un empate ante Chile (1-1), un sufrido 1-0 ante Argentina y un 2-2 angustioso en el último encuentro ante Brasil. El título sudamericano nos llenó de confianza y nos atrajo favoritismo para el Mundial de la categoría en Japón cinco meses después… y ya saben que solía pasar cuando en esos días decíamos «favoritismo«, «Mundial» y «Selección Colombia» en una misma frase. Y ajá, tal cual: la inesperada churreteada en el debut (0-2 contra Qatar), la victoria sufrida para llenarnos de esperanza (2-1 ante Estados Unidos) y la aterrizada final que nos devolvió a la realidad (1-3 ante el combinado conjunto de República Checa y Eslovaquia).

De los muchachos que jugaron en esa selección poquitos llegaron al fútbol profesional, y más poquitos aún tuvieron una carrera larga y sólida en el ramo de la colorida (ya decir «pecosa» no da). Eso no quiere decir nada: uno a los 16 años se enreda decidiendo si va a salir esa noche a mamar gallo con los parceros en la esquina de su casa o si se queda haciendo la tarea de Física; ¡ahora para saber qué va a hacer en la vida! De todos modos da curiosidad saber qué paso con la gente que aún en la edad en que le salen a uno gallos al hablar le dieron – literalmente – motivos de alegría a un país, así que sin más paja procedemos a reseñar ese equipo, y dice así.

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La selección Colombia sub 17 en el Sudamericano de 1993, el día de su partido ante Aregntina por primera ronda. Arriba, de izq a der: Ricardo Ciciliano, Giribeth Cotes, Jaider Medina, Luis Oliveros, Wilberto Pana, Eduardo Calderón. Abajo: Francisco Javier Díaz, John Alex Vega, Luis Fernando González, Exson Danilo Marín, Jorge Bolaño. Algunos tienen una cara de viejos que no pueden con ella, pero no voy a decir quiénes

El señor que luce la 10 de primero arriba a la izquierda es Ricardo Ciciliano (Barranquilla, 1976), volante ofensivo de esa selección y del equipo aficionado/escuela de fútbol Apuestas La Fortuna de la capital de la Kola Román (semillero de figuras como Pachequito y Alex Comas). Ciciliano era el eje ofensivo de ese equipo, y aunque no era 10 en el sentido de «diez-calidoso-mago-hábil-ufff qué crack» era muy dinámico, práctico y criterioso para generar juego ofensivo. El número – no se si el puesto también – lo heredó del que era seguro y fijo titular de ese equipo, un pelao llamado Víctor Miranda, también barranquillero y ese si un crack que dicen que pintaba para ser figurón, pero que se lesionó feo días antes del inicio del torneo. Miranda después que se recuperó estuvo en Junior pero sea por secuelas de su lesión o quién sabe por qué carajos no se consolidó y terminó su carrera joven y sin concretar todo lo que pintaba. Pero sigamos con Ciciliano: el pelao demostró madera en ese torneo y luego tuvo una carrera decente por casi 20 años en el fútbol nuestro (Deportivo Pereira, Tolima, Bucaramanga, Pasto, Quindío, Junior, Cali, Millonarios, Once Caldas, Uniautónoma y Huila) y una salidita al Juan Aurich de Perú. Cuando digo «pelao» entiéndanme que es a nivel oficial, porque si lo miras tiene una sospechosa pinta no de sub 20 sino de sub 23… pero dejémosla ahí porque no soy chismoso…

01 El segundo de arriba de izquierda a derecha luciendo la 13 es el cesarense Giribeth Cotes (La Paz, Cesar, 1976). Jugaba como una especie de punta bien pegado a una de las bandas, en una función que en el momento fue novedosa pero que años después la vería uno haciendo a tipos como Florent Malouda: la locomotora eficiente sin mucha habilidad pero con mucha potencia que desbordaba y mandaba centros al área desde su puesto bien pegado a la raya lateral. Tal cual de eso jugaba Cotes, que con el balón en los pies era algo limitado, pero por su banda se mandaba unos carrerones que al menos ayudaban a armar el mierdero en las defensas rivales. Por los tiempos en que jugó en esta selección estaba en el Bucaramanga; con ellos debutó como profesional pero no se consolidó; luego haría carrera en la B sobre todo con el Valledupar F.C. (con el que salió goleador en el torneo de 2005), Rionegro, Alianza Petrolera, Bajo Cauca, Girardot y Real Floridablanca. También anduvo por El Salvador, en donde fue goleador del C.D. Águila. Sospecho que si el man hubiese nacido diez años después le hubiese tocado una época más acorde para que pulieran sus características y le ayudaran a posicionarlo mejor en la cancha, pero, ajá, estoy especulando…. Cotes estaba trabajando con las selecciones menores del Cesar cuando murió hace un par de años de una enfermedad hepática.

02El número 9 es Jaider Molina (Valledupar, 1977), era centrodelantero, y también pintaba bien para este servidor. Muy versátil con los pies y la cabeza, rápido, potente sin llegar a ser un tanque, muy movedizo y con gol. No se consolidó en el América – en el que estaba cuando jugó con esta selección – y de ahí pasó al Huila, Unión Magdalena, Tolima y varios equipos del ascenso sin despegar como prometía. Se retiró jovencito: en 2001 en el Unión y hoy se dedica a la dirección técnica. A su derecha con el número 2 está Luis Oliveros (Santa Marta, 1977) defensa central y/o lateral en ese momento de un equipo llamado dizque Unión Gemidiana (¿eh?) supongo de su ciudad. A diferencia del anterior, Oliveros sí hizo carrera y de hecho logró el milagro inusitado y nada desdeñable de salir campeón con el Deportivo Cali (?) en 1996, jugando de titular en el equipo del «Pecoso» en el que exhibía su seriedad algo rupestre en la marca por su lateral. Después del Cali entiendo que anduvo por Huila, Deportes Quindío y el DIM (!), entre otros. Hoy en día trabaja de DT en equipos aficionados de su ciudad.

Luis Oliveros ya crecidito (?) cuando jugaba en el Deportivo Cali

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Wilberto Pana (Valledupar, 1977) era defensa central también del América, de esos que inevitablemente la vida los manda a jugar en ese puesto por sobrarles fuerza, liderazgo y juego aéreo pero faltarles ductilidad y cintura. La verdad que era fuerte en la marca, muy bueno para rechazar balones por arriba y con mucha autoridad, y eso le compensaba el hecho de ser tosco y algo lento. Tal vez por eso el DT (ya les diremos quién es) no lo llevó al Mundial del mismo año y lo reemplazó por Alexander Posada; o estoy siendo otra vez chismoso y probablemente el pelao se lesionó: el tema es que en Japón la FIFA probó una modificación efímera en la norma que permitía hacer el saque de banda con el pie (!) y ahí sí que nos hizo falta como un hijueputa un defensor central que sacara todas por arriba y no temblara como un pajarito en los balones aéreos. República Checa y Eslovaquia (el equipo que representó a la antigua Checoslovaquia cuando se estaba desmoronando) nos masacró en el tercer partido a punta de pelotazos y chaolín. Pana tampoco se consolidó en equipos de la A y siguió su carrera en algunos equipos de la B de la Costa y en otros como Girardot, y no tengo información de cuándo se retiró. También se dedicó a la dirección técnica, y hasta hace poco estuvo como titular y como asistente en Valledupar.

El caso del arquero Eduardo Calderón (Cali, 1976) ya lo mencionamos por acá alguna vez. Pinta de arquero no tenía: el man – como se puede ver en las fotos – era no solo bastante bajito para lo acostumbrado en el puesto sino que era flaquito al límite de lo llevao, y con una cara de niño sufrido que desgarraba el corazón. Ahora, lo anterior no le quitaba el hecho que en el arco – y juro que no estoy siendo indulgente – la hacía bastante bien, no a un nivel de un Córdoba o Calero pero sí cumplía con suficiencia. De hecho en ese Sudamericano no tuvo una sola cagada así que uno diga «uffff qué hp tanga«, tanto bajo los palos como en la función de arquero-líbero tan de moda por esos días (y probablemente – me la estoy fumando verde, lo sé – esto último pesaba bastante en su titularidad sobre el otro portero del equipo, un muchacho de Fundación (Magdalena) llamado Jorge Eduardo Pérez). Para el Mundial sí hizo aguas junto con toda la defensa por lo mencionado de los saques de banda cobrados con el pie: cada vez que la pelota salía por la banda era literalmente una opción de gol, y ahí veías a los centrales apurados y a Calderón pariendo con los morteros tirados por gringos y por checos + eslovacos. Después del Mundial terminó bachillerato y se metió a estudiar una ingeniería en la Univalle tratando al mismo tiempo de seguir su carrera en el fútbol con su equipo, el Deportivo Cali. Pero no aguantó y tuvo que decidirse por una de las dos carreras: probablemente su 1..76 y 60 y pico kilos lo hicieron pensar que nadie iba a decir «qué ingeniero tan bajito«, así que siguió con su universidad y se retiró del fútbol (los detalles de cómo tomó su decisión lo pueden ver en esta nota de El Tiempo titulada con bastante maldad).

El europeo que no brilló en Europa y el barranquillero que sí triunfó allá

Sigamos. El número 11 que está de primero en la fila de abajo es Francisco Javier Díaz (Lieja, Bélgica, 1976), uno de los hijos del grandísimo prócer setentoso Ernesto Díaz. El hecho de haber nacido en Bélgica (durante el paso de su papá por el Standard Lieja) y el haberse formado en inferiores de clubes de por allá, generó para la inocente afición de esos tiempos una fuerte expectativa y una ilusión como quien tuviese en la nómina a un Marco Van Basten salido de la adolescencia. De hecho era de la confianza del DT para la delantera e inició como titular fijo en el torneo; pero en la cancha el pelao no rindió, comenzando por el hecho a todas luces importante que no hacía goles (!).  Y honestamente al pelao uno lo veía con movimientos que se le notaba bien fundamentados, pero el físico (medía 1.69 m y era tan flaco como el amigo de uno del barrio que jugaba con uno en la calle) no le daba ni siquiera para ir al choque o para hacer al menos de escaparate. Luego de varios partidos como titular en el torneo terminó banqueado por Iber Velasco (un pelaíto de Apartadó también flaquito y llevao pero al menos muy rápido y escurridizo) y no la volvió a oler. Tiempo después intentó en Santa Fe y no quedó. No sé qué será de su vida hoy, pero entiendo que se probó sin éxito en varios clubes del ascenso profundo en su país natal.

El 8 es Luis Alexander Vega (Bello, Antioquia, 1976), volante central muuuuy calidoso, capitán del equipo y del que no tengo ni ni la más puta idea de por qué no triunfó en el profesionalismo. Para este pechito pintaba para hacer carrera al menos en el FPC: un volante con marca, sacrificio, personalidad y liderazgo. Por esos días jugaba en el Bello F.C. del ascenso, y después de eso le pierdo la pista: no sé si se retiró, lo retiraron o se desanimó.

A su lado con el número 4 está un pelao llamado Luis Fernando González (Turbo, 1976), lateral del Envigado, que jugó un par de partidos por sanción de los titulares: uno como volante de marca y este como lateral, y que al final no fue al Mundial de Japón de ese año. El dueño de este último puesto – y reemplazado por González en este juego – era un muchacho llamado Alejandro Rincón (Cali, 1977) del Boca Juniors de Cali, muy calidoso y criterioso por su banda. Rincón fue uno de los destacados de la selección en ese Sudamericano y jugó dos partidos en el Mundial de Japón, pero tampoco hizo carrera como futbolista profesional, que yo sepa.

El caso del caqueteño Exon Danilo Marín (Florencia, 1978) es el más bizarro de todos y el más «mira las vueltas que da la vida» de los mencionados en este post. El muchacho llamaba la atención primero por su origen esssótico (aunque fue criado desde muy pequeño en Cali), después por su nombre tan típicamente colombinglish (que varía a Exson en otras fuentes consultadas) y luego por su juego por la banda, haciendo del típico lateral del fútbol colombiano de esos tiempos: pequeñito, juicioso y solo capaz de escoger una función entre marcar y proyectarse, no las dos. Era bajito y menudo (1.67 m y 53 kg) y eso supongo que no lo ayudó para saltar del Boca Juniors «Todo a cinco mil» (?) al fútbol profesional: pero igual una lesión lo jodió – según él mismo contó –  a los 20 años y se tuvo que retirar del deporte para trabajar en oficios varios. Desapareció de las noticias por muchos años hasta que hace poquito volvió a salir en las pantallas colombianas por motivos que nada que ver con deporte: apareció en – párale bolas – uno de esos programas basura de Car*col haciendo de Helenita Vargas. Y no, hombre, aclaro que Helenita Vargas no es un jugador de Nacional: el pelao Marín se dedicó al entretenimiento y a hacer shows de imitaciones de artistas tipo Juan Gabriel, trovando, cantando éxitos de música romántica de los años 60, haciendo humor, y un amplisimo etc que supongo no incluye «marcar al delantero rival e impedir que mande el centro al área«. Por lo que vemos por su página al man le está yendo bastante bien, y muy bacano por él: imagínate uno poderle contar a sus nietos que fue campeón sudamericano y que salió en TV imitando a una cantante de música popular…. bueno, lo segundo no (?). En serio: bien por el man que no se le acabó la vida por dejar el fútbol.

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¡Chúupate esa!

Y el último no necesita mucha presentación. Es el gran Jorge Eladio Bolaño Correa (Santa Marta, 1977) el crack del equipo, que desde esos días mostró sobrado la clase de jugador que era, y al que de lejos mejor le fue en el fútbol. Y le fue muy bien en sus 19 años repartiendo juego, clase y pata jugando para el Junior (1993 – 1999), Parma (1999-2002), Sampdoria (2002 – 2003), Lecce (2004), Parma otra vez (2004-2007), Modena (2007 – 2009) y cerrando su carrera con el sueño en el Cúcuta  (2010 – 2012). Para mí tenía madera para haber jugado en un club top: pienso que si en vez de Bolaño se hubiese apellidado Bolagnetti y tenido pasaporte uruguayo o argentino, fácil llegaba a un grande de España o Italia al menos a probarse. Pero son especulaciones, y además no le quitan el hecho que Bolaño era qué hijueputa crack y que tuvo una muy buena carrera dándose garra y tirando calidad con algunos de los mejores jugadores de la década del dos mil. Lástima que su máximo nivel coincidió con una época medio huevo de la selección, precisamente la de los tres mundiales que faltamos…

El DT era nada menos que el conocido Germán «Basílico» González, del cual debemos aclarar (por las comillas seguro algún avispado lo habrá deducido) que lo de «Basílico» es un apodo y no parte de su nombre. Basílico (póngale comillas) recién estaba comenzando su carrera como entrenador luego de varios años alejado del fútbol, y mira cómo le fue de bien en su primer trabajo como titular. Luego ha dirigido en propiedad y como encargado en unas 186 ocasiones al Santa Fe y a algunos equipos de la B. Ah, el apodo no le viene de algún afiebrado por la literatura que le vio cara de Basilisco, sino porque le inventaron que se parecía a un jugador argentino (gracias a Jusanhe84 por la aclaración) llamado Miguel Ángel Basílico.

Además de los jugadores mencionados, hicieron parte de ese equipo el sincelejano Juan Pablo Pérez (defensa), que no jugó en el torneo, el paisa John Ortiz (volante), el putumayense Jaime Granados y el antioqueño Juan Fernando Madrid (delanteros), estos dos últimos alternativas constantes en el campeonato. Para el Mundial se sumaron Alexander Posada y León Darío Muñoz, entre otros.

La ñapa: la selección chilena que clasificó con nosotros al Mundial y terminó en semifinales en Japón

13 pensamientos sobre “Postales de un pasado no siempre bacano pero sí al menos inocentón: la selección Colombia sub 17 campeona sudamericana de 1993

  1. En ese equipo bolaño pintaba de una para crack total, lástima lo que dice Edo y la época que le tocó.
    Pensaba que Jaider Molina o Alexander Vega iban a hacer mucha mejor carrera que la que hicieron, pero ajá….nadie pensaba en 2005 tampoco que Falcao iba a llegar a ser lo que fue…

  2. Gran post. Una adición al post: Actualmente Francisco Javier Díaz (solo lo llaman por el segundo nombre) es profesor de Educación Física en un colegio de Bogotá. Y tiene su correspondiente homenaje junto a su hermano Andrés en el Bestiario del Balón.

  3. Buen post. Recuerdo que en Brasil jugaba el buen Ronaldo y en Chile Sebastián Rozenthal (crack, lo acabó la lesión que tuvo de rodilla) y que Brasil quedó por fuera del mundial. Unas precisiones: Francisco Javier Diaz jugó como lateral derecho en Santa Fe en el 2001-02 pero después no se supo mas de él (creo que volvió a Bélgica a jugar en segunda con un hermano que probó suerte en Santa Fe y no paso nada con él) y Miguel Angel Basilico es argentino, no uruguayo.

  4. Bacano el post. Menos mal no prosperó eso de los laterales con el pie (!), sino hoy fuéramos menos de lo que somos en el fútbol. Pongámosle un Jamaica.
    Bolañito, crack. MEtedor y con haaarta calidad. Si sale hoy en día quién sabe dónde jugaría.
    Lo de Helenit@ Vargas causa demasiada risa. Qué hpta giro el que le dio a su vida.
    Datazo ese del origen del apodo de Basílico. Siempre me pregunté y pensé que era que quería caminar sobre el agua (?).
    Si el hijo de Ernesto Diaz hubiese crecido acá en Colombia seguro padecería de anemia vitalicia (?). Qué hpta tan flaco y eso que muy probablemente habrá tenido una buena alimentación…
    La carita del portero… Eso da es dolor.

  5. Los mejores jugadores del torneo en su orden fueron Ronaldo nazario de Lima, Leonardo biagini y Juan fdo Madrid…. En su orden, los dos primeros triunfaron en el fútbol mundial, Madrid debió ser jugador profesional y Nacional nunca le dio la oportunidad ni le dejó partir.
    Felicidades gran nota

  6. YSEC deja de regalar tu magia en LRF y alimenta esto ombe…
    O al menos publica algo pa tener que leer en la oficina…
    Saludos cordiales(?)

  7. Muy acertado en sus opiniones.hay que mencionar al profe Corrales ,la doctora Rocío, el psicologo,el paisiata kinesiologo rápido el tolero yepes el médico,y el subscrito profesor saul.

  8. Falta por nombrar al albañil digo Héctor Darío Muñoz, paisa jugó en nacional, brazil,muy bueno y centro delantero con ese cuerpito.saludos.

  9. Que buena nota, es verdad yo tenia 14 años pero me veía todos los partidos de esos suramericanos juveniles, recuerdo que el Mundial Sub 20 en 1993 jugado en Australia me levantaba a ver a la selección a las 3 o 4 de la mañana.

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