El fútbol de Colombia en los Juegos Olímpicos: una historia llena de Medallas de Peltre
Sí, nos interesa muy poco el fútbol en éstos Olímpicos, ese coso que no se sabe bien cómo es:
- Ni es amateur 100%, ni es profesional 100%.
- Los equipos participantes son sub 23 + 3 viejorros, pero la eliminatoria al torneo es en una competencia sub 20 (!).
- Es el único deporte de los olímpicos al que no van todos los mejores de tu país.
- Es la única competencia de fútbol en el planeta donde vemos a ese insaboro rejuntado llamado GB Team. Imagínate el vestuario: un galés se esforzará en abrazar a sus camaradas ingleses, mientras dentro de sí verá un leprechaun vestido de rojo y verde chillándole «¡AY QUE MATAR AL INGLÉS! ¡AY QUE MATAR AL INGLEEÉS!».
- Los partidos están en el fondo teñidos de un espíritu edulcorado que hace que la posibilidad de una tángana sea tan lejana como la que un atleta admita en rueda de prensa «Sí, je, en la Villa Olímpica pasamos cogiendo todos con todas…».
Pero en LMDF no queremos menospreciar – ni mucho menos – a un deporte que le ha dado tanta gloria olímpica al país (?): recorreremos la breve historia del fútbol colombiano en los Juegos Olímpicos.
Antes de 1960 la clasificación a los Olímpicos se hacía a través de los Juegos Panamericanos. Para los Juegos de Roma 1960 el Comité Olímpico Internacional aglutinó a las selecciones americanas (10 inscritas en total) en 5 llaves de las cuales avanzaban a una ronda final los ganadores. Dice mucho de nuestra tradicional sal que, estando disponibles Antillas Holandesas o Surinam, nos tocó pareja contra Brasil, que luego de un inesperado 2-0 en Bogotá a favor nuestro, se rebotó y nos empacó un 7-1 en el Maracaná. Chao Roma. Para Tokio 1964 ya la Conmebol tomó cartas en el asunto (me imagino a un ya octogenario Nicolás Leoz haciendo planes de dominación continental desde su tenebroso cuartel de Asunción) y logró que las selecciones sudamericanas disputaran el cupo entre ellas mismas. El torneo, jugado en Lima, nos vió a nosotros participando dignamente. Traducción: quedamos eliminados, y Chao Tokio.
Para 1968 la Conmebol designó a Bogotá como sede del Preolímpico, y eso era un papayazo que teníamos que aprovechar (la localía, la altura, el calor del público bogotano… jijiji (?)). Nuestra selección estaba dirigida por un señor llamado Edgar Barona, reliquia histórica de los tiempos de la Colonia que logró clasificar a la selección a los juegos de México, en una campaña cuyo único partido perdido fué contra Brasil, precisamente el día en que fué al estadio el presidente Carl*s Ll*ras R*str*p* (?).
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El portero Otoniel Quintana, histórico que jugó en esa selección |
El equipo que fué a México en vuelo charter que duró apenas 45 horas, estaba constituído por figuras como Otoniel Quintana (el arquero del en esa época poderoso Millonarios), Gustavo Santa (sí, el tío de), Luis Eduardo ‘Camello’ Soto (¿porqué a todos los de apellido Soto los apodan «Camello«? Da para tesis) , Norman ‘Barby’ (????Ah, bue…) Ortiz, Javier ‘El Toro’ Tamayo, el después histórico y eterno defensor del Junior Gabriel Berdugo, Darío López, Alfredo Arango y Ramiro Viáfara. Un equipo rendidorcito, que le tocó en el grupo con el local, Francia y Guinea. Pero nos fué mal: perdimos contra los locales en el debut 1-0 y luego contra Guinea 3-2 (los goles nuestros de Santa y de Mosquera), y quedamos fuera. Para el honor quedó la victoria en la última fecha contra la ya clasificada Francia 2-1, que se sumó a nuestra atiborrada vitrina de triunfos morales.
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La selección Preolímpica del 68 en un amistoso previo, con algunos cambios de los que quedaron en el torneo. No sabemos quién es el primer jugador arriba a la izquierda, pero si jugaba de defensa central alguna falencia teníamos por ahí (?) (Fuente) |
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La selección que jugó el Preolímpico del 72. Arriba, de Izq a Der: Silvio Quintero, Jaime «El Flaco» Rodríguez, Óscar Ortega, Henry “La Mosca” Caicedo, Gerardo “El Alemán” Moncada y sí, señores: Luis “El $heque” García. Abajo, Jaime Morón, Fabio Espinosa, Álvaro Santamaría, Adolfo “El Rifle” Andrade y Álvaro Contreras. (Fuente) |
Recordemos que por esos lejanos días, solo podían competir en los Juegos Olímpicos deportistas aficionados. Y lo mencionamos porque en los países del Bloque Comunista eran cipote de vivos: supuestamente todos los futbolistas de sus ligas trabajaban en entidades del estado, y por ende eran amateur. O sea: en teoría podían convocar a CUALQUIER jugador de sus ligas, y en una época en que la URSS era potencia europea y Yugoslavia, Checoslovaquia, Polonia y Hungría estaban a la par de España o Francia, por ejemplo, era más ventajoso que ser concejal por un municipio de la Costa. Y nosotros, que ni con la selección mayor les hacíamos cosquillas, vimos como el sorteo y la vida cruel nos juntaba en el mismo grupo con la Polonia de Kazimierz Deyna, Grzegorz Lato, Robert Gadocha y Wlodzimierz Lubanski, y con la Alemania Oriental de Jurgen Sparwasser (éste): dos equipos con varias de sus figuras históricas y que iban a ser protagonistas del mundial a jugar dos años después. En el primer partido nos vacunó Polonia con un terrible 5-1 (tres de Gadocha y dos de Deyna, el nuestro lo hizo Jaime Morón) y en en segundo nos terminó de enterrar Alemania Oriental 6-1 (el nuestro lo hizo Espinosa). En el cierre nos tocó con Ghana, y a sea sí la despachamos con un 3-1 con goles del gran Jaime Morón, Angel María Torres y Montaño. Al menos nos vinimos con Diploma Olímpico (?).
Para Montreal 1976 no clasificamos en el Preolímpico disputado en Recife, Brasil (clasificaron los locales y Uruguay, pero los uruguayos renunciaron a jugar el torneo; su puesto se lo dieron a Cuba). Para 1980 oooooootra vez nos dieron la sede del Preolímpico (algo raro había ahí, digo yo) a jugarse en Bogotá, Cali, Pereira y Barranquilla. La dirección técnica del equipo se la dieron al fogoso, impetuoso, pintoresco pero muy conocedor del fútbol Eduardo Julián Retat, que tomó lo mejor que teníamos en jugadores aficionados: el arquero Carlos «Tribilín» (así le decían, yo qué culpa) Valencia, Fernando Fiorillo, Henry Viáfara, Jorge Porras, Rafael Agudelo, José «El Cheché» Hernández, Pedro Sarmiento, «El Pitillo» Valencia… un buen combo teníamos, la verdad. Por la importancia del torneo, Inravisión decidió pasar todos los partidos en directo (cosa inédita en esos lejanos tiempos), lo que hizo crecer la expectativa entre el público. Esos recuerdos gangosos en Blanco y Negro con selecciones para todos exóticas constituyen parte de mis primeros recuerdos futbolísticos por TV, y se me entremezclan en mi achacosa memoria con el aroma a borrador y lápiz, con Mazinger-Z y con las ganas inocentes e infantiles que le tenía a una tía (?).
Pero a pesar del buen equipo, del técnico y de la localía estuvimos cagando mucha tinta para clasificar: perdimos contra las horribles Bolivia y Venezuela, y en la penúltima fecha teníamos que ganarle sí o sí a Brasil para llegar con aspiraciones de clasificar. Y fué un inesperado y fantástico baile 5-1 a favor nuestro, con 3 goles de Pedro Sarmiento, uno del pereirano Benjamín «Mincho» Cardona y otro de Rafael «Vallenato» Agudelo. Recuerdo aún la euforia que sintió todo el mundo con esa goleada y la posterior clasificación a Moscú; y más patente tengo en la memoria la sensación adquirida que éramos el mejor equipo del mundo. La vida y la realidad se encargaron de darme una bofetada con guantalete de hierro (?). A Moscú llegamos con muchas ilusiones, pero otra vez: chan. En el primer partido nos tocó otro equipo de «aficionados» – Checoslovaquia – que nos clavó un 3-0 contundente. Después empatamos 1-1 con Kuwait (gol del juniorista Carlos Molinares) y le ganamos 1-0 a Nigeria (gol del «Mincho» Cardona). La verdad hicimos un papel digno (puta, otra vez eliminados (?)), pero no nos alcanzó.
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La generación que tanto nos llenaba de emociones iniciales y de frustraciones finales: Arriba: Miguel Calero, Jorge Bermúdez, Hermann “Carepa” Gaviria, Geovannis Cassiani, Iván René Valenciano y Harold Lozano. Abajo: Faustino Asprilla, John Wilmer “La Pelusa” Pérez, José Fernando Santa, Víctor Hugo Aristizábal, Diego León O$$$orio. (Fuente: Bestiario del Balón) |
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El Medallista de Oro con el uniforme más feo en 116 años de Olimpismo. |
Yo vivía en Barranquilla cuando ocurrieron esos juegos en Barcelona. Recuerdo haber leido una crónica de Fabio Poveda Márquez (QEPD) en la que decía que Asprilla se dedicó fue a mamar gallo y a eyacular en la villa olímpica. Nada mas queria decir eso. Excelente artículo como siempre, maestro.
Esas lechoneadas noventeras, me hicieron despertar viejos fantasmas del pasado. A proposito la reina de las lechoneadas: el mundial USA 94, ha estado capando post en la monserga hace raaato
Si no recuerdo mal, a Valenciano medio lo expulsaron injustamente contra España arrancando el partido, y le dieron dos fechas, no jugó más.
No recuerdo si fue tan injustamente la expulsión, pero hubo llantén.
Corrección: Gustavo Santa es el tío de José Fernando Santa, no el papá
Muchas gracias por la corrección. Ahí lo editaremos.
Corrección: Gustavo Santa es el tío de José Fernando Santa, no el papá
La masacre de Londrina!!, que viejos recuerdos, recién empezaba mi primer año Universitario…
Me van a caer a puteadas los cientos de participantes de este blog. Pero Calero, a nivel de selecciom, que limitado que fue siempre. Un arquero muy del monton, imcluso para olvidar.
A mí no me pareció la gran cosa, tampoco el horror absoluto. Se recuerda más por su estilo casi rococó (?) para sacar de arco.
Si no me equivoco a Calero le cobran un indirecto adentro del área por tomar con las manos un pase atrás, regla que se puso a prueba justamente en los JJ.OO. y de ahí viene el primer gol.
Pensar que en 2000 los chilenos ya tenían pasaje de vuelta antes del Brasil-Colombia y terminaron sacando medalla de bronce en Sidney: eliminaron a Argentina en el preolímpico y en los propios juegos llegaron más lejos que Brasil.
Si, estoy de acuerdo. Calero fue tremendamente inflado. Quedo bien en Mejico, apenas el futbol para el. Ni siquiera en Brasil o Argentina tapo, mucho menos pensar en Europa. Ahora no faltara el que me diga que jugo Mundial de Clubes, blah, blah, blah…. tremende petardete, inflado tanto o mas que Rene o el mejicano Campos.
una forma y similitud de llamar al arte en esta situación hay que tener en cuenta muchos de los aspectos dados para analizar la determinada situación.